Un Destino Marcado por la Luna - Capítulo 167
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 167:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
Un aroma familiar se extendió por la habitación, haciendo que levantara la cabeza antes incluso de verlo. Aiden estaba de pie en la puerta, apoyado casualmente con una suave sonrisa que aceleró mi corazón. Tenía esa mirada, la que una vez me cautivó, una mezcla de feroz protección y una dulzura subyacente que no mostraba a nadie más. En ese fugaz instante, era simplemente Aiden: sin amenazas, sin barreras, sin ira. Solo… nosotros.
—¿Te importa si entro? —preguntó con voz baja y suave. Sabía cuándo necesitaba espacio, pero hoy no lo quería. Lo quería a él.
—Por supuesto que no —murmuré, dando una palmadita al asiento junto al mío.
Se acercó a mí, su presencia era como un cálido abrazo, y se sentó a mi lado. El silencio se instaló entre nosotros, pero no era incómodo. Era el tipo de silencio que decía más que las palabras.
Aiden extendió una mano, rodeó la mía con los dedos y, mientras me miraba, deslizó su pulgar suavemente por el dorso de mi mano.
«Sabes, pareces… pensativa», dijo con una pequeña sonrisa. «¿A qué estás pensando?».
Lo miré, sonriendo tímidamente.
«Solo estaba pensando en todo lo que ha pasado. Solo han hecho falta unos meses para sentir esto, como si nos conociéramos de toda la vida».
Él se limitó a asentir, con una leve sonrisa en el rostro.
«Es verdad. Pero sigues aquí. Seguimos aquí».
Era el consuelo que ansiaba, la calidez que emanaban sus palabras, sus labios. Había empezado a dudar de que alguna vez llegáramos a un momento en el que pudiéramos simplemente existir con normalidad, como si la vida fuera algo fácil, cotidiano. Después de todo lo que había pasado —las pruebas, las traiciones, el dolor, la ira—, el amor nos había vuelto a unir. Él no se había marchado, a pesar de las constantes tormentas. Se había quedado. Quizás eso era todo lo que tenía que hacer.
—Aiden —lo llamé nerviosa—. ¿Crees que hay alguna posibilidad de que al final solo seamos tú y yo, solos? ¿Sin guerras, sin políticas de manada, sin peleas interminables?
Me miró, con una emoción diferente en los ojos.
Disponible ya en ɴσνє𝓁α𝓼4ƒα𝓷.c♡𝓂 para fans reales
«No lo sé. Pero si ese lugar existe, lo buscaré y lo traeré para nosotros, Shenaya. Lo encontraré porque tú necesitas esa paz. Te la mereces. Y, quizás, yo también».
Le apreté la mano y comprendí la realidad de sus palabras. A veces, empezaba a dudar de que la paz formara parte de nuestro futuro.
«Pero por ahora, creo que estoy bien así», le tendí la mano. «Estoy bien contigo».
Sus dedos encontraron mi rostro y me acariciaron suavemente, apartándome un mechón de pelo de la mejilla.
«Estás más que bien conmigo. Admítelo», bromeó, con un brillo en los ojos.
Se me escapó una risa antes de que pudiera evitarlo; sonó extraña, pero maravillosa.
«Está bien. Supongo que tú también eres más que bien».
Nuestras risas se desvanecieron, dejando tras de sí una calidez que nos envolvió a ambos. Él me miró fijamente, la intensidad de su mirada llegando a partes de mí que había mantenido ocultas, incluso a mí misma.
«Shenaya», comenzó, con un tono más suave ahora, «¿Te gustaría cenar conmigo esta noche? En la azotea. Solo tú y yo. Nadie más, solo nosotros bajo…».
Esto provocó una inesperada oleada de felicidad en mi interior. La azotea siempre había sido nuestro lugar, nuestro santuario cuando el resto del mundo se volvía insoportable.
.
.
.