Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 974
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Capítulo 974:
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Por lo tanto, solo Elliana poseía este don singular. Su singularidad le hacía sentir como el hombre más extraordinario del mundo.
Abrumado por esta idea, la voz de Cole se redujo a un susurro íntimo. «Lilah, recuerda una cosa…».
La expresión de Cole cambió con una gravedad sorprendente, pillando a Elliana completamente desprevenida mientras luchaba por comprender qué profunda declaración esperaba que ella recordara. Su repentina solemnidad disipó su sonrisa juguetona, atrayendo toda su atención.
Su mirada se fijó en la de ella con una intensidad inquebrantable mientras hablaba. «En esta vida, solo tú puedes dejarme, nunca al revés. El amor no llega fácilmente a mi corazón cauteloso, pero una vez que echa raíces, se convierte en eterno, un vínculo sagrado que nos une a través de la vida y más allá de la muerte. ¿Lo entiendes?».
Sus palabras golpearon a Elliana como un rayo, dejándola sin aliento por un momento. Nunca había esperado tales declaraciones de los labios de Cole. Su romance apenas había comenzado a florecer, y sin embargo, allí estaba él, haciendo votos que la mayoría de las parejas reservaban para el altar, no para el primer día de noviazgo. Pero Cole había elegido desnudar su alma precisamente de esta manera. Los hombres como él eran tesoros raros en este mundo, quizás el único de su clase.
Si Elliana no hubiera estado con él antes y no hubiera conocido su verdadero carácter, podría haber descartado sus palabras como palabras bonitas, destinadas a seducir y que no debían tomarse en serio. De la boca de cualquier otro hombre, tales promesas se habrían desmoronado como hojas de otoño. Sin embargo, al oír a Cole pronunciar esas palabras sagradas, la fe fluyó a través de ella sin lugar a dudas. Ella lo conocía como un hombre cuyas promesas tenían el peso de las montañas: nunca las pronunciaba a la ligera, siempre las cumplía por completo.
Nunca imaginó que Cole volvería a entregar su corazón con una rapidez tan impresionante. Su relación apenas había dado sus primeros pasos, pero él se atrevía a prometerle la eternidad. La calidez floreció como las flores de primavera en su pecho. Ninguna mujer podía resistirse a la devoción completa de un hombre, y ella no era una excepción a esta verdad universal.
Podía sobrevivir sin el abrazo del amor, pero una vez que lo probó, no deseaba nada menos que la perfección. Cole le había ofrecido precisamente eso: una respuesta que satisfacía sus deseos más profundos. Su corazón se desbordó de tal dulzura que una sonrisa natural curvó sus labios hacia el cielo.
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Entonces, sin previo aviso, frunció los labios y soltó un suave resoplido, con sus pensamientos internos agitándose con frustración dirigida directamente a Cole. Aunque hablaba con sincera sinceridad y auténtica pasión, sus palabras melosas no podían escapar por completo a la sospecha. Acababa de jurar que nunca la abandonaría, pero sus acciones pasadas pintaban un panorama diferente: se había negado a compartir sus cargas, atormentado por el…
La enfermedad lo había llevado a exigir el divorcio con fría determinación, haciendo finalmente realidad esa devastadora separación.
Elliana aún no lo había perdonado por esas heridas. Como solía decir su querida amiga Adah, confiar plenamente en los hombres era como esperar que a los cerdos les salieran alas y bailaran sobre las nubes.
Quizás el resentimiento interno de Elliana ardía con demasiada intensidad, pues perdió el control de su expresión facial. Sus labios se torcieron en una curva sarcástica y sus ojos miraron a Cole con un disgusto inequívoco.
Cole estaba desconcertado por su mirada. No podía comprender por qué su sincera confesión de amor había merecido un desprecio tan mordaz. ¿Qué había provocado el disgusto de Elliana ahora? ¿Acaso su devoción le había parecido demasiado desesperada, demasiado patética a sus ojos perspicaces? ¿Acaso su fácil rendición le había restado valor, le había hecho menos digno de ser atesorado?
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