Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 941
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Capítulo 941:
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Con un flujo constante de gente pasando por delante, tanto Quentin como Elliana bajaron instintivamente la voz. A medida que hablaban más bajo, sus cuerpos se inclinaban más cerca, creando un aire de intimidad.
Quentin habló primero: «La noche en que se incendió la casa de los Jones, dejé todo y corrí hacia allí en cuanto me enteré. Estaba muy preocupado por ti. Te vi de refilón untándote algo oscuro en la cara».
Para que no se malinterpretara, añadió rápidamente: «Por favor, no te lo tomes a mal. Solo he querido cuidar de ti. Nunca he tenido malas intenciones. Tu secreto está completamente a salvo conmigo».
Elliana no sabía cómo responder, así que se quedó en silencio. Todo lo que había pasado la había vuelto cautelosa, reacia a confiar en los demás. Sin embargo, no había nada en la voz o la expresión de Quentin que le diera motivos para dudar de él.
Vivía con el temor constante de depositar su confianza en un enemigo oculto y provocar su propia desgracia, pero también odiaba la idea de alejar a alguien que realmente se preocupaba por ella. Cuando eran niños, Quentin la había tratado con mucha amabilidad. Según sus recuerdos, él siempre había sido amable y decente, al menos con ella. Ante el silencio que se extendió entre ellos, Elliana decidió cambiar de tema.
«¿Por qué estás aquí hoy?».
Quentin respondió con una sonrisa y señaló con la cabeza las mesas de inscripción. —He venido a matricularme, igual que tú.
—¿Tú también quieres entrar en el Instituto de la Ilustración? —preguntó Elliana, con evidente sorpresa—. Eres el heredero de la familia Hudson. Algún día te encargarás de todo el negocio. ¿Qué tiene eso que ver con la medicina?
Se le escapó una suave risa. «La medicina siempre fue mi primer amor», explicó. «De niño, soñaba con aprender de tu madre, pero mi padre insistió en que me dedicara a los negocios, así que seguí ese camino después de la universidad. Aun así, nunca renuncié a lo que realmente quería. Elegí medicina como asignatura secundaria, y unirme al Instituto Enlightenment siempre ha sido mi verdadera ambición».
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Elliana asintió, comprendiendo.
Después de eso, no se le ocurrieron más palabras que decir. Los dos habían sido muy amigos de niños, pero aquellos días ahora le parecían lejanos. Era fácil entablar una conversación cortés, pero cualquier cosa más allá de eso le resultaba incómoda y fuera de lugar. Sin embargo, Quentin no parecía afectado por la distancia. Su presencia cálida y abierta nunca vaciló. La llamó en voz baja: «Elliana».
Ella lo miró a los ojos, con sus rasgos suaves y sinceros.
Con voz suave, añadió: «En realidad, yo era con quien estabas prometida originalmente».
La confusión arrugó la frente de Elliana. No tenía ni idea de lo que quería decir. Quentin habló con tono paciente. «Tu madre me eligió al principio. Pero mi padre creía que no sería justo para ti a menos que te casaras con el heredero de la familia Hudson, así que cambiaron el compromiso a Raylan».
Una leve sonrisa se dibujó en sus labios. «Y ahora, yo soy el heredero legítimo de la familia Hudson. La vida da giros extraños, ¿no?».
Sus palabras la impactaron, y Elliana se esforzó por entenderlas. ¿Realmente estaba insinuando que quería retomar lo que habían dejado con ella? La idea era casi ridícula. Eso nunca sucedería. Si siquiera consideraba volver con Quentin, Cole perdería la cabeza.
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