Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 931
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Capítulo 931:
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Mientras la pregunta flotaba en el aire entre ellos, Maxine murmuró para sí misma: «Rita… Tu brillantez nunca deja de sorprenderme».
Katrina se dobló de repente, su cuerpo sacudido por un violento ataque de tos que terminó con ella escupiendo un chorro de sangre en el suelo.
El sonido áspero y húmedo atrajo la mirada de Maxine. Su mente repitió el informe. Jules había sido herido por Cole. Katrina, por Elliana.
La preocupación de Maxine se había centrado directamente en Jules. Prácticamente había descartado las lesiones de Katrina. Pero la verdad estaba escrita en el suelo con sangre.
La mirada de Maxine se posó en Katrina, indescifrable. Luego, con un movimiento de dedos, ordenó: «Katrina, acércate».
Katrina había comprendido desde pequeña que la sangre no significaba nada en los cálculos de Maxine. Ella era una Griffiths, nacida y criada allí, mientras que Jules seguía siendo un forastero acogido en el frío. Sin embargo, en la mirada calculadora de Maxine, Jules tenía todo el valor.
Las emociones de Maxine hacia Jules desafiaban cualquier categorización simple. Su afecto era innegable, pero ella le atacaba sin previo aviso. A veces, sus ojos le encontraban al otro lado de la habitación y la irritación se reflejaba en su rostro por razones que nadie podía comprender.
El amor-odio lo describía a la perfección, aunque los límites entre la devoción y el resentimiento seguían siendo imposiblemente confusos.
Katrina nunca había entendido por qué Maxine había elegido a Jules como futuro compañero de la heredera. Jules no poseía una inteligencia notable ni talentos excepcionales que lo distinguieran. La decisión parecía surgir de alguna lógica oculta que se le escapaba a todos los demás.
Sin embargo, a pesar de su confusión, Katrina nunca se atrevió a expresar sus dudas.
Cuando Maxine le hizo un gesto con el dedo para que se acercara, Katrina se puso de pie de un salto y cruzó la habitación. —Abuela.
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Maxine examinó las heridas de Katrina con frialdad clínica, sin ofrecerle ningún bálsamo ni consuelo. En cambio, le hizo una pregunta con un trasfondo peligroso. —¿Fue Elliana la única que te causó estas heridas?
«Sí», respondió Katrina.
Una sonrisa de satisfacción se dibujó en los labios de Maxine. Solo entonces sacó una pastilla de su botiquín y se la tendió a Katrina.
Katrina aceptó la pastilla y se la tragó entera. Una bendita calidez inundó su sistema al instante, haciendo desaparecer la palidez de sus mejillas y devolviendo la vitalidad a su maltrecho cuerpo.
Mientras la curación surtía efecto, Maxine habló con brutal precisión. «Katrina, probablemente sabes que te nombré heredera porque no había alternativas, no porque demostraras un potencial excepcional. En comparación con tus predecesores, te quedas muy corta tanto en inteligencia como en capacidad».
La valoración fue muy dura, pero la verdad rara vez ofrece piedad.
Katrina siempre había sabido que la suerte había puesto la corona a su alcance. Entenderlo era una carga. Escuchar que se declarara con tanta frialdad clínica era otra cosa muy distinta. La humillación la invadió en oleadas y luchó por descifrar el propósito de Maxine.
«¿Te importaría dar más detalles?», logró decir Katrina, con la voz tensa y apenas conteniendo el pánico.
La mirada de Maxine podría haber congelado el fuego. «Si descubro a una candidata más adecuada», continuó sin una pizca de compasión, «te despojaré de tu cargo sin dudarlo. ¿Queda claro?».
El mundo de Katrina se tambaleó peligrosamente. Ese papel había moldeado toda su existencia. Si ahora la dejaban de lado, no sería capaz de soportar el fracaso, y mucho menos las burlas del resto de la familia.
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