Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 917
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Capítulo 917:
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Elliana solo deseaba una cosa de la familia Henderson, algo que no tenía valor, pero que podría ser difícil de entregar para ellos. En lugar de decirlo directamente, dudó y decidió comenzar contando su propia historia. Les contó el pasado de su madre, cómo había sido perseguida por una organización secreta, el mismo grupo que ahora retenía a Cutler. Si querían encontrarlo, el primer paso era desenmascarar esa oscura red. Una vez que terminó su historia, los Henderson comprendieron rápidamente a qué se refería.
Charles se inclinó hacia delante y le aseguró: «Sra. Marsh, díganos lo que necesite. Se lo entregaremos sin dudarlo».
Gatlin y Eloisa asintieron con firmeza.
Agradecida por su confianza, Elliana esbozó una pequeña sonrisa. «Lo que pido es ver el libro enterrado con Cameron».
Charles había descrito una vez el volumen como una colección impregnada de leyendas. Entre sus páginas se encontraban historias de Delta y secretos que nunca debían llegar a oídos comunes. Ahora que Cutler había reaparecido, Elliana sospechaba que el libro de Cameron era mucho más que un libro de cuentos: podía ocultar pistas vitales. En resumen, sospechaba que Cameron había tenido vínculos misteriosos con Delta durante su vida. De lo contrario, ¿por qué iban a secuestrar a su nieto y envenenar a su nieta con algo tan raro y mortal como el Rey Escorpión?
Sin embargo, recuperar ese libro significaba perturbar la tumba de Cameron, una petición que conllevaba el peso de la intrusión.
Elliana se sintió profundamente apenada y se apresuró a explicar: «Sé que esta petición es inusual y que puede resultarle difícil de aceptar, pero estoy convencida de que el libro contiene pistas valiosas y necesito verlo con mis propios ojos».
Cameron era el padre de Gatlin. Para abrir la tumba de Cameron y recuperar el libro, se necesitaba el consentimiento de Gatlin.
Ni Eloisa ni Charles dijeron nada al principio. Ambos volvieron la mirada hacia Gatlin, esperando su decisión.
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Elliana esperaba resistencia o, al menos, vacilación, pero, para su sorpresa, Gatlin aceptó de inmediato. «¡No hay problema!».
Elliana soltó un suspiro de alivio. —Agradezco su confianza, señor Henderson.
—No hay por qué dar las gracias, señorita Marsh —respondió Gatlin con firmeza—. Ya ha hecho más por esta familia de lo que jamás podríamos pagarle. Si ese libro nos acerca a Cutler, mi padre bendeciría esta decisión, incluso desde el más allá.
Cuando Gatlin terminó, miró el reloj. Las agujas marcaban las tres de la madrugada. Afuera, la oscuridad de la noche seguía presionando con fuerza contra las ventanas.
Gatlin se levantó bruscamente y se volvió hacia Eloisa. —Asegúrese de que la señorita Marsh tenga una habitación donde pueda descansar. —Luego se dirigió a Charles—. Acompáñeme al cementerio, iremos a buscar el libro.
—De acuerdo —respondió Charles, poniéndose de pie inmediatamente.
Por último, Gatlin se dirigió a Elliana. —Por favor, tenga paciencia, señorita Marsh. Tendrá el libro en sus manos antes del amanecer.
Elliana inclinó la cabeza. «Se lo agradezco, señor Henderson».
Sin perder tiempo, Gatlin y Charles salieron de la casa y se adentraron en la noche.
Según lo dispuesto por Eloisa, Elliana entró en una habitación de invitados.
La confianza de la familia Henderson era tan absoluta que Elliana se permitió bajar la guardia. Agotada más allá de lo imaginable, se quedó dormida nada más acostarse.
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