Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 907
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Capítulo 907:
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La mirada penetrante de Cole nunca se apartó de ella, observando cada cambio en su expresión. Una vez que se aseguró el anillo, sus labios se curvaron levemente y preguntó: «Ese anillo parece demasiado valioso. Dime, ¿fue un regalo de tu ex?».
Elliana miró brevemente a Cole antes de responder con franqueza: «Sí. Fue un regalo de mi exnovio».
Antes, Cole la adoraba más allá de lo razonable, dispuesto a darle el mundo si ella se lo pedía. Ahora, allí de pie, Cole ardía de celos, no por otro rival, sino por su yo pasado, que una vez la había amado sin reservas. La ironía de todo ello dibujó una leve y divertida sonrisa en los labios de Elliana.
La expresión de Cole se ensombreció como una tormenta que se avecina. Sin decir nada más, subió la ventanilla del coche, pisó el acelerador y se alejó a toda velocidad.
Esta vez, Elliana no se apresuró a marcharse. Se quedó donde estaba, con la mirada fija en la dirección en la que se había ido, permaneciendo allí mucho tiempo después de que su coche desapareciera de su vista. Una pequeña y obstinada parte de ella se preguntaba si volvería a dar la vuelta. Pero no lo hizo.
Los minutos se convirtieron en horas, y la carretera seguía vacía.
Por fin, Elliana respiró hondo, dio media vuelta y se dirigió hacia Rosewood Villa.
Mientras tanto, Cole apretó el volante con fuerza mientras conducía bajo la sombra del dosel, con la mandíbula apretada en una furia sombría.
Ese anillo le había dicho todo lo que necesitaba saber. El exnovio de Elliana no era otro que Harry Calderón, el hombre en quien había confiado como su segundo al mando en Blaze Wildfire.
El informe anterior de Paulina resurgió en la mente de Cole: a Harry se le habían confiado operaciones delicadas. Solo por esa razón, se le había permitido el uso temporal del anillo que comandaba todo Blaze Wildfire.
Sin embargo, en lugar de tratarlo como el emblema sagrado de autoridad que era, Harry había dejado que el enamoramiento nublara su juicio, atreviéndose a usar el anillo para conquistar a una mujer y, lo que es peor, ni siquiera se había molestado en recuperarlo cuando su relación terminó.
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Para Cole, ese solo acto lo dejaba todo al descubierto. A los ojos de Harry, el peso de Blaze Wildfire importaba menos que el afecto fugaz de una mujer. Harry ya no era digno de ser el segundo al mando.
La expresión de Cole se endureció, su decisión era definitiva. Harry sería destituido de su cargo y enviado a Sundara, donde le esperaban las misiones más duras y castigadoras.
Harry dudó y luego preguntó con cautela: «¿Entonces tú también estás en Sundara?».
Myles soltó una risa seca. «Sí. Aron también está aquí, junto con el chófer del señor Evans».
La idea le dio vueltas en la cabeza y Cole entrecerró los ojos con un brillo peligroso mientras cogía su teléfono. Cuando se abrió la línea, su voz sonó baja y tensa por la ira. «Dile a Harry que haga las maletas inmediatamente. Lo han reasignado a Sundara».
Al otro lado de la línea, Paulina se quedó paralizada, desconcertada por la repentina orden. Harry siempre había sido leal, diligente, el segundo al mando perfecto. ¿Por qué el repentino traslado? ¿Y por qué el tono de Cole era tan venenoso?
—Sr. Evans, ¿Harry ha cometido algún error? —preguntó Paulina con cautela.
Cole apretó con fuerza el teléfono. No podía admitir la verdad: que su furia se debía a que había descubierto que Harry era el exnovio de Lilah. En cambio, su tono se volvió gélido. —No hagas preguntas. Solo cumple la orden. —Sin esperar una respuesta, cortó la llamada.
Paulina parpadeó ante la línea muerta, inquieta, pero rápidamente se recompuso. Las órdenes eran órdenes. Rápidamente llamó a Harry y le dijo que se dirigiera a Sundara de inmediato.
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