Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 903
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Capítulo 903:
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Ahora, en realidad, por fin estaba cerca de sus labios. La expectación lo invadió: ¿sabría tan bien como lo había imaginado?
Sus rasgos llamativos llenaban la visión de Elliana a esa distancia, los detalles se difuminaban en un todo querido. Solo su aroma familiar y embriagador se percibía con claridad, inundando sus sentidos.
Era un aroma que ella recordaba. Durante su cruel separación, había evocado esta fragancia en momentos desesperados, anhelando lo que estaba fuera de su alcance.
Ahora la rodeaba de nuevo, despertando cada terminación nerviosa hasta que todo su ser anhelaba…
Cole se inclinó y reclamó su boca con reverente ansia.
Aunque su mente no guardaba ningún recuerdo de ella, su cuerpo lo recordaba perfectamente. La memoria muscular lo guió mientras rodeaba su cintura y la levantaba del asiento del conductor con facilidad. Ella se acomodó en su regazo como si ese fuera su lugar, apretándose contra su pecho mientras sus bocas se fundían en una comunión desesperada.
La coreografía perfecta lo dejó momentáneamente conmocionado. Su memoria insistía en que nunca había amado, nunca había abrazado a una mujer, pero su cuerpo se movía con la fluidez de innumerables ensayos, como si hubiera bailado esta danza a lo largo del tiempo.
No había tiempo para reflexiones más profundas: su calor exigía toda su atención. Su cuerpo se amoldaba a él como la seda, su cintura encajaba en sus manos como si hubiera sido creada para su tacto. Abrazarla borró todo dolor inquieto, llenando los espacios vacíos de su pecho.
Sus labios le proporcionaron exactamente lo que sus sueños le habían prometido: la suculenta dulzura del melocotón, fresca y tierna más allá de lo imaginable.
La atrajo hacia él, explorándola y saboreándola, sumergiéndose en la sensación, deseando que ese momento se prolongara para siempre.
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Cuando ella lo desafiaba, el fuego ardía en sus ojos, su agudo ingenio cortaba como el acero pulido, incluso coqueteaba con otros para avivar sus celos. En la batalla, se transformaba en algo feroz y despiadado, reduciendo a los matones vestidos de negro a sombras rotas. Pero al besarlo, se convertía en pura ternura, suave y complaciente, rebosante de devoción.
La fortuna le había sonreído más allá de toda medida. Una rareza tan exquisita que uno podría atravesar continentes sin encontrar a nadie igual a ella. Sin embargo, era suya, lo había elegido voluntariamente.
La alegría curvó los labios de Cole contra los de ella, impulsándolo a una posesión más profunda. Solo cuando su respiración se volvió superficial, él liberó a regañadientes su boca, concediéndole espacio para respirar mientras mantenía sus rostros cerca, compartiendo cada exhalación.
Elliana no hizo ningún movimiento para escapar, fundiéndose en su abrazo, con suaves jadeos que se mezclaban con el estruendo de los latidos de su corazón bajo la palma de su mano. Cole le pertenecía una vez más. Aunque él no recordaba su pasado compartido, un amargo vacío en el corazón de ella, seguían siendo amantes unidos por hilos invisibles. La felicidad pura inundó su ser.
—¿Lilah? —murmuró Cole.
Esto hizo que los músculos de Elliana se tensaran involuntariamente. Había algo discordante en ese nombre en particular; ella prefería infinitamente la forma en que «Elliana» salía de su boca.
Pero ahora era necesario adaptarse. Había adoptado la nueva identidad de Lilah.
Con ese pensamiento, respondió suavemente: «¿Sí?».
Cole hundió el rostro en su fragante cabello, depositando tiernos besos en sus párpados cerrados, con voz suave como la seda. «¿Cuándo comenzó a germinar en tu corazón el deseo por mí?».
¿Cuándo había surgido la atracción? Por supuesto, fue cuando él fue a la finca de la familia Jones para casarse con Paige. Ese momento se había grabado a fuego en su memoria: la primera vez que se vieron a través de una sala abarrotada.
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