Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 900
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Capítulo 900:
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«Por supuesto», confirmó Cole, asintiendo con una sonrisa tranquila.
Ella insistió: «¿Y no te enfadarás? ¿Incluso si añado algo… exagerado?».
La sonrisa de Cole se amplió, con un desafío en sus ojos. «Pues pruébame».
Elliana dudó, con los pensamientos dando vueltas en su cabeza. Intentó leerlo, averiguar cuál era su límite, pero su expresión no revelaba nada. El antiguo Cole habría tolerado cualquier transgresión que ella cometiera. Su amor por ella había sido ilimitado. Habría soportado cualquier cosa, excepto la infidelidad.
Pero ahora las cosas eran diferentes. Sus recuerdos del pasado se habían desvanecido y ella temía que un paso en falso pudiera costarle todo. A pesar de ello, la necesidad de ponerlo a prueba, de ver hasta dónde era capaz de llegar, era abrumadora. Anhelaba una prueba de que él aún podía amarla con la misma intensidad que antes.
Tras un momento de lucha interna, Elliana tomó una decisión. Pondría a prueba su paciencia hasta el límite. Cogió el bolígrafo, respiró hondo y escribió con calma «mil millones» en el cheque en blanco.
Esa cifra significaba para ella más de lo que él jamás podría comprender. En el pasado, Cole nunca había ofrecido menos de mil millones. No pudo evitar preguntarse: ¿seguiría manteniendo ese estándar, incluso ahora?
Cuando terminó de escribir, una ola de ansiedad la invadió. Levantó rápidamente la vista hacia Cole y le tendió el cheque. —Aquí está —dijo, manteniendo la voz lo más firme posible—. Échale un vistazo. ¿Alguna queja?
Los ojos de Cole se posaron en la cantidad que ella había escrito. Tenía que admitir que le había pillado desprevenido. Su audacia le dejó atónito: mil millones de dólares por una sola pastilla. Parecía que ella no lo veía más que como una cuenta bancaria sin fondo.
En la mente de Cole, solo tres tipos de mujeres se atreverían a pedir tanto. En primer lugar, aquellas que creían sinceramente que el amor del hombre por ellas no tenía límites y que podían salirse con la suya en cualquier cosa. En segundo lugar, las jugadoras, plenamente conscientes de que podían enfadarlo, pero que apostaban fuerte con la esperanza de obtener una recompensa aún mayor. Y, en tercer lugar, aquellas que simplemente pensaban que él era un tonto despistado con demasiado dinero y que sería un desperdicio no sacar provecho de ello.
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No conseguía averiguar cuál de las tres era Lilah. El dinero no le importaba. Estaba perfectamente dispuesto a gastar cualquier cantidad en alguien que le importara: mil millones, diez mil millones, daba lo mismo. Lo que le fascinaba era su razonamiento. Quería saber qué pasaba por su mente cuando escribió con audacia esa cifra.
En lugar de quejarse, levantó la vista y preguntó: «¿Puedo preguntarte qué pensabas cuando decidiste esta cifra?».
Elliana mantuvo la mirada fija en él, buscando el más mínimo cambio en sus rasgos. Los dos habían compartido una vez un amor intenso, sin ocultarse nada y comprendiéndose completamente, por lo que ella podía leerlo como un libro abierto.
Incluso detrás de su apariencia serena, ella podía sentir el torbellino de pensamientos que se agitaban en su mente. Estaba segura de que él estaba analizando cada motivo detrás de su audacia, sopesando cada posibilidad en su mente.
Y como él claramente quería respuestas, ella decidió desnudar su alma y decirle exactamente lo que pensaba. Una lenta y burlona sonrisa se dibujó en sus labios. «Quería saber cuánto te importo».
Sus palabras hicieron que Cole se quedara paralizado. Levantó los ojos hacia ella, con un tono inusualmente suave. «¿Crees que me importas?».
Sin inmutarse, Elliana le devolvió la mirada. «¿Me equivoco?».
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