Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 896
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Capítulo 896:
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Su mente se inundó de preguntas desesperadas. ¿Quién era ese enemigo sin rostro? ¿Qué era lo que realmente querían? ¿Y por qué estaban tan decididos a destruirla a ella y a su madre? Deseaba desesperadamente interrogar a esos dos atacantes, exigirles respuestas. Pero ahora no había tiempo para preguntas. Cole se retorcía en el frío suelo, completamente consumido por su agonía.
Ella sabía exactamente lo que le estaba pasando a Cole. El símbolo de la serpiente había desencadenado algún tipo de reacción violenta en su sistema nervioso. Aunque su medicina cuidadosamente elaborada había curado con éxito su psiquefrenia, su estado mental seguía siendo delicado y vulnerable. Cualquier estímulo relacionado con su trauma pasado, como este tatuaje en concreto, podía provocar un peligroso retroceso. Su estado se volvía más crítico por segundos. Tenía que actuar de inmediato.
Pero mientras intentaba decidir cuál sería su siguiente movimiento, los dos atacantes ya se estaban levantando con dificultad. A pesar de sus heridas, estaba claro que se preparaban para lanzar otro ataque.
No había tiempo para dudar ni planear nada. Elliana metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó un pequeño paquete cuidadosamente sellado. Con un movimiento rápido, lo abrió y arrojó el contenido, un potente sedante en polvo de acción rápida que había desarrollado utilizando fórmulas del Volumen de Venenos del Códice Médico, directamente sobre ambos oponentes.
Una fina nube de la droga llenó el aire entre ellos. El hombre y la mujer no pudieron evitar inhalarla. Sus ojos se abrieron con repentina confusión cuando su visión comenzó a nublarse y distorsionarse. En cuestión de segundos, ambos comenzaron a tambalearse peligrosamente.
Mientras los dos asesinos se tambaleaban por el ataque, Elliana no perdió tiempo. Rápidamente subió a Cole a su moto y se alejó a toda velocidad por la calle.
Para cuando la neblina del polvo sedante se disipó y los dos asesinos recuperaron el sentido, Elliana y Cole habían desaparecido en la distancia.
Los dos asesinos intercambiaron miradas venenosas, pero rápidamente apartaron la vista, con una expresión de disgusto entre ellos.
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El fracaso se respiraba en el aire: su misión había fracasado y el castigo era inevitable.
—¡Eres un completo idiota, Jules! —siseó Katrina Griffiths, la asesina, con voz llena de furia—. Si no hubieras perdido unos minutos preciosos hablando, nada de esto habría salido mal. ¡Lo has estropeado todo, maldito seas!
—¡No intentes echarme toda la culpa, Katrina! —replicó Jules Griffiths, el asesino, con el mentón levantado en señal de desafío—. Cualquiera que prestara atención podía ver que Elliana estaba fuera de nuestro alcance, especialmente con Cole allí. ¡Esta misión estaba condenada al fracaso desde el principio!
Por un momento, Katrina vaciló, mordiéndose el labio con frustración. Por mucho que odiara admitirlo, Jules tenía razón. Ambos habían calculado mal: Elliana era mucho más formidable de lo que sugerían los informes.
«¿Pero no se suponía que no era nada especial? La información decía que su madre la abandonó a los cinco años y que se crió en un almacén con los Jones», argumentó Katrina, entrecerrando los ojos. «¿Cómo alguien así se convierte en una luchadora tan buena?».
Jules se sacudió el polvo de la chaqueta y exhaló lentamente. —Nunca me fié de esa información. ¿La hija de Rita y Arthur, una don nadie? Por favor. Lo que hemos visto esta noche lo ha demostrado: Elliana no solo es capaz. Es incluso más peligrosa y fuerte que su madre. Eliminarla no será fácil.
—¡Esos imbéciles del departamento de inteligencia! —espetó Katrina.
Si la información hubiera sido más precisa, tal vez no habrían entrado a ciegas en esto. Si no fuera por el repentino colapso de Cole, Elliana los habría tenido a ambos a su merced, sonsacándoles todos los secretos que guardaban. La idea le produjo un escalofrío a Katrina.
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