Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 872
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Capítulo 872:
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Las lágrimas brotaron de los ojos de Eliana y su voz sonó suave y temblorosa. «Gracias».
Ya había amasado una fortuna con sus propias manos. Pero ahora, con solo dos firmas, su padre y su hermano la habían hecho más rica de lo que jamás había soñado.
«Dime», dijo Arthur, inclinándose hacia delante con tono cálido, «¿hay algo más que desees? Sea lo que sea, solo tienes que decirlo».
Milton intervino sin perder el ritmo: «Cualquier cosa. Sabes que te apoyaré».
Eliana se encontró con sus miradas ansiosas y su expresión se endureció con determinación. —De hecho, hay una cosa.
Era tan raro que ella pidiera algo que ambos hombres se tensaron con expectación, inclinándose hacia ella como si ese momento tuviera un gran significado.
Por fin, Eliana respiró hondo para tranquilizarse. —Se trata de Cole. Quiero que me dejen manejar las cosas con él a mi manera.
Arthur frunció el ceño y su sonrisa se desvaneció. —¿Cole? Eliana, vosotros dos ya estáis divorciados. Vuestros registros matrimoniales han sido borrados. Ese hombre ni siquiera te recuerda, y ahora está a punto de casarse con Wanda. ¿Qué podría quedar por resolver?
Eliana levantó la mirada, con voz firme pero llena de emoción. —Papá, lo amo. Si encuentra el camino de vuelta a mí, quiero estar a su lado.
Alejarse de él simplemente no era una opción que su corazón pudiera aceptar. Aquel día con Paige la había dejado furiosa y, en su ira, había jurado que no quería tener nada que ver con él. Sin embargo, ahora, el recuerdo de aquella mirada fugaz y tierna en sus ojos disolvió todos los muros que había construido.
El hombre que no la recordaba estaba, contra todo pronóstico, enamorándose de ella una vez más. ¿Cómo podía renunciar al profundo amor que habían compartido? ¿Cómo podía fingir que el tatuaje en su hombro y los votos que se habían susurrado el uno al otro no significaban nada?
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Milton apretó la mandíbula y la irritación se reflejó en su rostro. —Elliana, ¿no lo ves? Te estás rebajando por un hombre que ni siquiera te recuerda.
Un suspiro de cansancio se escapó de sus labios. «Quizás sea cierto. Pero nada de esto es culpa suya».
Cole no tenía ninguna culpa: le habían robado la memoria, no la había perdido él.
La verdad la atormentaba: ella había fracasado en crear la cura que podría haberle ahorrado la memoria distorsionada y la pérdida de memoria. Ese fracaso era solo suyo. Se negaba a abandonarlo.
Las expresiones de Arthur y Milton se ensombrecieron al mismo tiempo. Ninguno de los dos quería que ella volviera a enredarse con Cole, no después del dolor que él ya le había causado. Sin embargo, acababa de llegar a casa y lo último que querían era molestarla.
Con paciencia, Elliana volvió a hablar, con un tono tranquilo pero firme. «Hay cosas que no puedo revelar porque tienen que ver con los secretos de la familia Evans. Pero lo que sí puedo decirles es esto: Cole y yo éramos reales. Él una vez arriesgó su vida por mí, y su pérdida de memoria no fue una elección. Quiero estar a su lado, ayudarle a recordar y encontrar el camino de vuelta a lo que teníamos».
Arthur y Milton intercambiaron una mirada larga y significativa. Ambos querían objetar, pero las palabras se les quedaron en la punta de la lengua.
Intuyendo la grieta en su resistencia, Elliana insistió con delicadeza. «Sé que la familia Evans solo os trae amargura después de lo que hizo Eva. Y sé que no queréis que vuelva a estar vinculada a esa familia. Pero Eva ha sido repudiada, ya no tiene nada que ver con ellos».
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