Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 865
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Capítulo 865:
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A medida que su silencio se convertía en algo vasto y vacío, la duda se coló en sus defensas como un veneno. Una y otra vez, se encontraba luchando con preguntas amargas. ¿Su confesión de afecto en Podgend había sido solo una broma? ¿Nunca había albergado sentimientos genuinos por él? Quizás lo había querido una vez, solo un momento fugaz de calidez que se enfrió tan rápido como se encendió, dejándola descartarlo sin pensarlo dos veces.
Cualquiera de las dos posibilidades le causaba profundas heridas en el corazón. ¿Tenía ella idea de que sus palabras casuales lo habían hecho caer de cabeza en el amor?
Recordó un pasaje de un viejo libro de texto escolar: «Un solo día de separación parece tres vidas». En aquel entonces, lo había descartado como una tontería florida de poetas románticos. Ahora, esas palabras vivían en sus huesos. Comprendía la exquisita tortura de ese anhelo con brutal intimidad. Ella había acechado sus comidas, seguido sus pasos e invadido sus noches inquietas.
Una ansiedad implacable lo perseguía como un sabueso: el miedo a no volver a verla nunca más, a que, después de haber destrozado su mundo cuidadosamente ordenado, se alejara para siempre.
Como hombre que había pasado toda su existencia envuelto en un control gélido, ahora perdía el sueño y el apetito por una mujer. El desconocido que le devolvía la mirada desde el espejo apenas se parecía a su antiguo yo.
Pero la larga espera había terminado por fin. Había descubierto su paradero. Su verdadero nombre era Lilah, tan encantador como la mujer que lo llevaba.
Su confesión no había sido una broma ni un capricho pasajero, sino que había brotado de su corazón con total sinceridad. Por él, había abandonado todo lo que le era familiar. Había dejado sin dudarlo su floreciente carrera en Delta, había viajado sola a Ublento para perseguir sus sueños académicos y se había quitado la máscara para vivir con valentía bajo el cielo abierto.
Durante años se había ganado el respeto en Delta, y su reputación había alcanzado su punto álgido. Solo un amor lo suficientemente profundo como para remodelar todo su mundo podía haberla llevado a tal sacrificio.
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Ella había renunciado a tanto por él. Él se negaba a traicionar esa confianza. Si ella lo aceptaba, él juraba que nunca le faltaría nada. Le ofrecería el universo, todos los tesoros que otras mujeres codiciaban y maravillas más allá de sus sueños más descabellados.
Esta convicción lo había llevado a quitarse su propia máscara. Se había cansado de las sombras y el secretismo. Anhelaba caminar abiertamente bajo la dorada luz del sol, tal y como ella ahora se atrevía a hacer. Anhelaba todos los rituales sencillos y preciosos que compartían los amantes.
Paseos por el mercado. Viajes lejanos. Sabores exóticos en sus lenguas. Fotografías que capturaran cada momento robado… Lo ansiaba todo.
Estos sueños se hinchaban en el pecho de Jason, transformando los ángulos afilados de su expresión en algo dolorosamente tierno.
Contempló su reflejo y la incertidumbre lo invadió como una ola fría. ¿Le gustaría su rostro a ella? Su físico no le preocupaba: ella había visto su cuerpo y su confesión sugería que su aprobación era profunda.
Pero su rostro seguía siendo un misterio para ella. Sus sentimientos habían florecido por la figura enmascarada que él había presentado. Ahora, despojado de la máscara, ¿sobreviviría su afecto a la revelación?
La posibilidad de que ella se sintiera encantada hizo que la electricidad bailara por sus venas. Pero si, en cambio, la decepción nublaba sus ojos, ¿qué pasaría entonces?
¿Quién podría haber predicho que el amor ejercía tal poder? ¿Que podía reducir a un hombre forjado de acero y silencio a esta masa temblorosa de dudas?
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