Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 862
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Capítulo 862:
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Mientras Rubén reclamaba su lugar en el lujoso sofá, Taylor se arrodilló a su lado. Sus manos masajeaban suavemente las piernas cansadas de su abuelo mientras este le contaba sus penas.
«¡Abuelo, no te imaginas la tortura que he soportado!». Taylor se tiró del cuello de la camisa, dejando al descubierto los moretones que pintaban su pecho de tonos morados y azules. «¡Mira estas pruebas! Cole y Jason me lanzaron el teléfono como si fuera un arma. Y la agresión física no fue nada comparada con sus ataques verbales».
Sus dedos se pasaron por el cabello revuelto, revelando puntos sensibles donde las manos habían golpeado su cráneo. «Y aquí, la obra de papá y mamá. Mi cabeza todavía suena como una campana».
Su dedo acusador señaló a los miembros más jóvenes de la familia Evans, dispersos por la habitación. «Incluso estos pequeños alborotadores se unieron a la agresión, atacándome verbalmente para ganarse el favor de Cole y Jason». La voz de Taylor se quebró con una angustia fingida. «¡Abuelo, esta familia se ha convertido en mi pesadilla personal!».
Fiel a su reputación de actor magistral, su interpretación alcanzó cotas dignas de un Oscar. En cuestión de segundos, lágrimas cristalinas trazaron senderos plateados por sus mejillas, transformando al chico seguro de sí mismo de siempre en una víctima lamentable, aplastada por toda la familia.
A través de él, como un trueno, llegó la comprensión. Estudió cada píxel con la intensidad de un erudito que descifra escrituras antiguas, desesperado por confirmar si esta chica era realmente Eliana. Emmanuel y Louisa observaban la exagerada actuación de su hijo con creciente furia, con las manos ansiosas por infligirle un nuevo castigo. Sin embargo, la presencia de Rubén servía como un escudo invisible, obligándolos a tragarse su rabia.
El corazón de Ruben cantaba una melodía completamente diferente: este nieto de lengua dulce y devastadoramente guapo ocupaba un lugar especial en su afecto. Y la expresión herida de Taylor derritió su determinación como la mantequilla bajo el sol del verano.
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«¡Pobrecito mío!», dijo Rubén con voz preocupada mientras acariciaba con delicadeza las heridas de Taylor. «¿Qué hiciste para provocar a Cole, Jason y tus padres y que se turnaran para pegarte?».
Si se tratara simplemente de Emmanuel y Louisa disciplinando a su hijo, Rubén se habría levantado como el feroz defensor de Taylor sin dudarlo. Pero la participación de Cole y Jason exigía una mejor comprensión de la situación antes de emitir un juicio.
Tanto Cole como Jason poseían una sabiduría muy superior a su edad: nunca reprenderían a un primo sin una provocación sustancial.
Las lágrimas de Taylor fluyeron como una presa rota mientras protestaba: «Abuelo, ¡no he cometido ningún crimen atroz! Tengo veinte años y sueño con casarme y tener hijos. Seguro que eso no es descabellado, ¿verdad?».
La mano curtida de Rubén se posó sobre la cabeza de Taylor con ternura paternal, y su voz se llenó de aprobación. «No hay nada irrazonable en eso, muchacho. Me alegra mucho que tengas esos pensamientos».
«Sabía que eras el alma más abierta y comprensiva de esta familia, abuelo», canturreó Taylor con un encanto calculado. «Siempre has anhelado tener bisnietos, así que he estado prestando atención a todas las jóvenes solteras, con la esperanza de descubrir a alguien digno de nuestro apellido. Hoy, el destino finalmente me ha sonreído».
El teléfono de Taylor apareció en sus manos temblorosas, con la fotografía de Lilah brillando en la pantalla como la luz de una estrella capturada. «Mira, abuelo, ¿no parece un ángel? Mi gusto no está desfasado, ¿verdad?».
La mirada de Rubén se posó en la imagen digital y el tiempo pareció cristalizarse a su alrededor. Todo su mundo se redujo a ese único rostro luminoso. ¿Elliana? ¿Podría ser realmente Elliana?
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