Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 849
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Capítulo 849:
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Eva dijo: «No hay necesidad de apresurarse con la respuesta. Piénsalo bien y dime tu decisión. Ten en cuenta que si elegimos este camino, ambos ganaremos un fuerte aliado. De lo contrario, cuando Arthur venga a por mí, caeremos juntos».
Después de que Eva terminara la llamada, la inquietud consumió a Cole como una fiebre. Anhelaba respuestas de Eva, pero temía verse envuelto aún más en la red que ella había tejido a su alrededor.
Los minutos se alargaban mientras Cole sopesaba sus opciones, hasta que todo se aclaró. Su abuelo tendría la verdad que necesitaba.
El coche de Cole se detuvo frente a la mansión Evans. Salió al camino de grava y se quedó paralizado al oír el inesperado maullido de un gato.
El pelo de los animales le provocaba alergia desde niño. La estricta norma de la mansión prohibía tener mascotas. Entonces, ¿de dónde había salido ese gato?
Sus ojos recorrieron el terreno hasta que se posaron en un gatito blanco como la nieve, situado a tres metros de distancia, que lo observaba con curiosidad sin pestañear mientras maullaba sin cesar.
En ese momento, Jeff apareció de la nada y cogió al gatito en sus brazos protectores antes de que Cole pudiera procesar lo que había visto.
—¿Es tu gato? —La pregunta de Cole rompió la tensión.
El rostro de Jeff se endureció con un disgusto mal disimulado. «Sí». La palabra cayó como una piedra entre ellos. Se dio la vuelta, acunando a su compañero felino.
Cole apretó la mandíbula mientras la confusión nublaba sus rasgos. Desde su regreso del extranjero, Jeff lo había tratado como a un extraño, no, peor que a un extraño. ¿Qué transgresión había cometido para ganarse tanta hostilidad? La regla sobre las mascotas era absoluta, pero Jeff hacía alarde de su desafío dejando que la criatura vagara libremente en su presencia. La audacia le dolía.
El regreso de Lance rompió el empate.
—Hola, Cole —el saludo de Lance denotaba una cortesía ensayada.
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La madurez había enseñado a Lance a ocultar sus emociones, mientras que Jeff las mostraba abiertamente. Aunque los resentimientos bullían bajo la superficie serena de Lance, este mantenía la fachada de armonía familiar.
Pero Cole leía entre líneas: Lance albergaba el mismo misterioso descontento hacia él.
Meses de soportar su frialdad habían agotado la paciencia de Cole. «Lance, necesito saber la verdad. ¿Qué he hecho? ¿Por qué tú y Jeff me tratáis como si hubiera cometido algún pecado imperdonable?».
La compostura de Lance se tambaleó por un instante. Tanto él como Jeff comprendían la cruel ironía: Cole no tenía ninguna responsabilidad por la mayor parte de lo que había sucedido. La muerte de Elliana y la pérdida de memoria de Cole la habían borrado del mapa. La lógica exigía que siguieran adelante y dejaran el pasado enterrado.
Sin embargo, ni Lance ni Jeff podían liberarse del fantasma de Elliana. Su admiración por ella se había transformado en aversión hacia Cole, por irracional que pareciera.
—Estás sacando conclusiones precipitadas —dijo Lance, con una voz que intentaba parecer alegre—. Jeff y yo hemos perdido recientemente a alguien muy querido para nosotros. El dolor nos ha convertido en mala compañía, nada más.
La mirada penetrante de Cole escrutó el rostro de Lance, buscando grietas en la mentira cuidadosamente construida. —¿Alguien muy querido? ¿Quién?
—Un amigo al que Jeff y yo queríamos mucho. Alguien que no significaba nada para ti.
El decreto de Rubén resonó en la mente de Lance: el nombre de Elliana nunca debía salir de sus labios, y mucho menos delante de Cole. Cole había olvidado por completo a Elliana. Su muerte había cortado todos los lazos.
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