Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 848
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 848:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
El valor de Wanda para la familia Craig no tenía nada que ver con el afecto, sino con su posición como Campbell, un estatus que les prometía ventajas. Sin ese título, sin los beneficios que ella aportaba, la descartarían sin pensarlo dos veces. Tanto Wanda como Trinity no eran más que piezas en el largo juego de la familia Craig por el poder y la riqueza.
Una pieza sin valor simplemente se descartaba, y Wanda entendía bien ese hecho. En su mente, Eva era la única persona a la que realmente podía aferrarse. Mientras la posición de Eva en la familia Campbell se mantuviera segura, su propia seguridad estaba garantizada. Si esa fuerza se desmoronaba, su lugar en la familia Craig desaparecería para siempre.
Cuando Wanda miró el rostro derrotado de Eva, no pudo ignorar la advertencia que veía en él: el control de Eva sobre la familia Campbell se estaba desvaneciendo. Arthur pronto se ocuparía de los rencores pasados y presentes, y Cole no acudiría en su ayuda.
Su posición era peligrosa.
—Solo dime qué quieres que haga, mamá —dijo Wanda por fin.
Eva levantó la mano y acarició suavemente el rostro de Wanda, con voz tranquila pero llena de tristeza. —Te emparejaré con un hombre con verdadero poder. Si la familia Campbell nos rechaza, él se asegurará de que estemos protegidas. ¿Estás de acuerdo?
La mirada de Wanda se posó en su madre, y la vacilación nubló su respuesta. ¿Quién era exactamente ese hombre tan poderoso? ¿Sería alguien joven y atractivo, o un hombre mayor al que ella podría…
Apenas soportar? Quizás él fuera lo suficientemente fuerte como para protegerlas, pero ¿y si tuviera alguna enfermedad extraña o hábitos preocupantes? Si se ofrecía a sí misma, ¿podría seguir llevando una buena vida? ¿Podría su sueño de un futuro brillante y próspero hacerse realidad?
«No hay por qué tener miedo, Wanda», dijo Eva. «Yo misma te crié. Puede que no seamos de la misma sangre, pero te considero como mi propia hija. Eres mi única hija. De ninguna manera te pondría en peligro o elegiría a un anciano enfermo para ti».
Continúa tu historia en ɴσνє𝓁α𝓼4ƒα𝓷.c♡𝓂 con contenido nuevo
Mordiéndose el labio, Wanda seguía sin estar segura de decir que sí. Por dentro, sus pensamientos se agitaban, ya que ansiaba aprovechar una oportunidad única para cambiar su destino, pero temía que un paso en falso lo arruinara todo.
Al leer la expresión de Wanda, Eva añadió: «Tanto en apariencia como en habilidades, este hombre puede estar a la altura de Milton y Cole. Ya le has caído bien y, si aceptas estar con él, no te maltratará. Solo hay un inconveniente. No puede casarse contigo. Eso significaría convertirte en su amante».
La vida como amante no se parecía en nada al esplendor de casarse con Cole y ocupar su lugar como señora de la familia Evans. A Wanda no le resultaba fácil aceptar la situación. No hacía mucho, había estado cerca de la vida que deseaba. Ahora esos planes se habían hecho añicos y la gente esperaba que agachara la cabeza para salir adelante. La renuencia se apoderó de ella. La frustración la empujó a morderse el labio hasta casi sangrar.
Al ver la tensión, Eva suspiró. «Eres mi hija. No te obligaré. Cuando te decidas, dímelo. Ahora vete».
Aun así, Wanda no se movió hacia la puerta. Con ojos tímidos, miró a Eva, preocupada por haberla enfadado. Temía la ira de Eva. Años atrás, Eva había obligado por sí sola a Paul a que Arthur la reconociera como la señora de la familia Campbell, lo que demostraba lo formidable que era. Sin el respaldo de la familia Evans, Eva seguía teniendo habilidades y probablemente conexiones discretas. Para Wanda, perder a Eva significaría perder a su aliada más fuerte.
—Mamá —dijo Wanda, queriendo tranquilizarla. Sin embargo, temía decir algo inapropiado, aceptar lo que no debía y quedarse sin salida. Por eso, abrió la boca, pero dudó repetidamente.
.
.
.