Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 847
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 847:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
Pero aunque eso explicaba su confusión, no explicaba el silencio de su familia. Cuando despertó en esa isla, contó cómo había muerto su madre cuando él tenía doce años. Habló de su última voluntad, su obligación de casarse con la hija de Campbell. Ni su padre ni su abuelo le habían cuestionado.
Ni siquiera se inmutaron. ¿Por qué le permitían abrazar una falsedad? Su mente bullía con preguntas sin respuesta. Desesperado por obtener claridad, cualquier fragmento de verdad, lo intentó una vez más. «Eva…».
Pero Eva, consumida por su propio infierno de rabia, se negó a escucharlo. Sus últimas palabras atravesaron la línea telefónica como cristales rotos antes de cortar la conexión. «¡Desprecio a toda tu estirpe!».
Y en ese instante, realmente lo hacía. Ese odio había estado gestándose durante décadas y ahora estallaba como un volcán. La familia Evans, con su vasto poder y sus conexiones, podría haberla elevado. Podrían haber sido su escudo. En cambio, la habían expulsado.
Desde el principio, su padre y su hermano mayor se habían opuesto ferozmente a su matrimonio con el clan Campbell, llegando incluso a amenazarla con borrarla de sus vidas si seguía adelante. Ella se había reído de sus advertencias, convencida de que, por muy rebelde que se volviera, nunca expulsarían de verdad a su propia sangre. Segura de su amor, se había casado con Arthur sin dudarlo.
Pero nunca había estado más equivocada. Su padre y su hermano habían cumplido su amenaza, expulsándola de la familia y marcándola como su vergüenza. Habían proclamado a la sociedad que no existía tal hija o hermana, y que su destino, ya fuera la vida o la muerte, ya no les concernía.
A lo largo de los años, por muy brutal que se volviera su existencia con los Campbell, nunca se atrevió a pedir ayuda a la familia Evans. Durante sus escasas visitas a Ublento, solo su madre le ofrecía compasión. Su padre y su hermano se negaban incluso a mirarla. El resto de parientes, aterrorizados por su furia, la rechazaban como si fuera una plaga, temerosos de que relacionarse con ella los condenara. Cuando Cole, el heredero designado, apareció de repente en su puerta para proponerle un pacto matrimonial, le pareció una intervención divina. La esperanza inundó sus venas, sugiriéndole que la familia Evans estaba finalmente dispuesta a aceptar su regreso. No se dio cuenta de que todo era una farsa.
ɴσνєℓα𝓼4ƒαɴ.𝓬𝓸m – tu centro de novedades
Después de terminar la llamada, Eva apretó los párpados mientras lágrimas de tormento le corrían por el rostro. Eran lágrimas nacidas del odio, del aislamiento aplastante, de la amargura acumulada durante toda una vida.
En otro tiempo había creído que casarse con Arthur la coronaría como la mujer más afortunada del mundo, que su devoción sería suficiente. Se había convencido a sí misma de que no necesitaba la aprobación de su familia. Tras veinte años de sufrimiento, finalmente comprendió la cruda realidad: una mujer necesitaba una familia poderosa que la respaldara. Una vez había tenido una, y la había echado todo por la borda. Se había atrevido a esperar que Cole representara su redención, pero su prometido compromiso no había sido más que una broma cruel.
La tristeza oprimía el pecho de Eva, pero debajo de ella ya se había instalado una cruda verdad: dentro de la familia Evans, solo podía contar consigo misma. Encontrar a alguien influyente que la apoyara se había convertido en algo urgente. Arthur vendría pronto a ajustar cuentas con ella, y no podía enfrentarse a él sola.
Como la familia Evans se negaba a apoyarla, tuvo que buscar ayuda en otra parte.
—Mamá, ¿todavía hay alguna posibilidad de arreglar mi compromiso con Cole? —La voz de Wanda rompió el silencio, vacilante.
Eva abrió los ojos lentamente y miró fijamente a Wanda antes de hablar con deliberada solemnidad. —Wanda, desde el momento en que te acogí en la familia Campbell, estamos en el mismo barco. ¿Lo entiendes?
«Lo entiendo, mamá». Wanda asintió rápidamente. Siempre había sabido esta verdad. El amor de la familia Craig nunca fue incondicional, solo se dirigía hacia sus hijos. Incluso cuando Boris mancilló su nombre, siguieron aferrándose a él como a un preciado heredero.
.
.
.