Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 846
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Capítulo 846:
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Pero Eva no estaba pensando en el dolor de Wanda, sino en la afirmación de Cole sobre el último deseo de su madre. «Cole, ¿estás diciendo que le pediste matrimonio a la heredera de la familia Campbell para cumplir el último deseo de tu madre?», preguntó.
«Sí. Eso es lo que ella quería», respondió Cole.
Eva soltó una risa seca. —Sé que tenía una mala relación con tu madre y entiendo que no te caiga bien. Pero si quieres vengarte, al menos inventa una excusa creíble. —Su temperamento estalló—. Aunque la familia Evans me haya rechazado, sigo siendo tu tía. ¡No toleraré que me traten como a una tonta!
Su repentino arrebato hizo que Wanda se estremeciera y se alejara arrastrando los pies.
Eva se puso de pie de un salto y gritó al teléfono: «Tu madre no murió, se escapó y desapareció. ¿Y ahora te atreves a inventarte un último deseo? ¡No eres más que una mentirosa desvergonzada!».
Las palabras de Eva golpearon a Cole como un mazazo en el pecho. Ella dijo que su madre no había muerto, que simplemente había desaparecido de casa.
Conmocionado, Cole retrocedió tambaleándose y preguntó con voz quebrada por el teléfono: «¿Qué acabas de decir?».
La revelación de Eva lo golpeó como un maremoto, dejándolo tan atónito que se preguntó si sus oídos lo habían traicionado. Nadie bromeaba sobre la muerte. A pesar de la amarga enemistad entre Eva y su madre, Eva nunca inventaría una mentira tan cruel.
Sin embargo, Eva, ajena al caos que se desataba en su mente, interpretó su respuesta como una burla. Su ira se intensificó y descartó su pregunta con un gesto de la mano. Una risa áspera brotó de su garganta. «Ja. Todo el mundo alaba tu brillantez y tu decencia, Cole. Pero ¿quién hubiera imaginado que inventarías la muerte de tu propia madre para eludir un compromiso? ¡Deberías avergonzarte!». Escupió las palabras como si fueran veneno. «Eres demasiado despiadado».
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El insulto rebotó en Cole sin impacto alguno. En lugar de furia, la confusión dibujó profundas arrugas en su frente. Eva no había respondido a su pregunta, pero el significado detrás de sus palabras era muy claro. Ella asumía que su madre aún estaba viva. Pero ¿por qué? ¿Qué llevó a Eva a creer eso? Sus propios recuerdos ardían con certeza: su madre había sucumbido a una enfermedad cuando él tenía doce años. ¿Cómo podían sus recuerdos chocar tan violentamente con los de ella?
Eva lanzó su siguiente ataque. —Muy bien, Cole. Dime, ¿dónde descansa tu madre? Al fin y al cabo, soy su cuñada. Si realmente ha fallecido, ¿no debería honrar su memoria?
El desafío impactó a Cole, y sus pensamientos se dispersaron como hojas en un huracán. La tumba de su madre… ¿dónde estaba enterrada? La respuesta se le escapaba por completo.
Solo recordaba que había fallecido cuando él tenía doce años. Poco antes, tras despertar en aquella isla, se había centrado únicamente en honrar su último deseo. No se había detenido en los detalles. Pero ahora, mientras buscaba frenéticamente en sus recuerdos, solo encontraba vacío. No hubo ceremonia. No hubo entierro. No había lápida. ¿Cómo era posible?
Si Eva estaba mintiendo, ¿por qué existía un enorme vacío donde debería haber estado el funeral de su madre? No podía haber olvidado algo tan trascendental. Y si Eva decía la verdad… ¿de dónde había surgido ese vívido recuerdo de la muerte?
Las preguntas atacaban a Cole como avispas, creando un torbellino de desconcierto que lo dejaba completamente a la deriva.
Era un hombre que se enorgullecía de tener el control, de comprender el mundo que le rodeaba. Pero ahora, los cimientos mismos de su vida le parecían una ilusión, y se sentía como un fantasma que rondaba sus propios recuerdos. ¿Dónde se había fracturado la realidad? El accidente de coche… ¿podría su lesión en la cabeza haber mezclado sus recuerdos como piezas de un rompecabezas?
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