Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 840
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Capítulo 840:
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La voz de Arthur transmitía asombro cuando intervino: «Tu madre dominaba tanto la curación como el veneno con igual maestría. No sabía que poseía un tomo tan notable como el «Códice Médico»». Hizo una pausa y se quedó pensativo. «He oído rumores de que Milena es una maestra tanto en la curación como en los venenos. Me pregunto dónde adquirió esos conocimientos y cómo se comparan sus habilidades con los dones de tu madre».
La sonrisa de Elliana transmitía la calidez de los secretos guardados durante mucho tiempo y finalmente listos para ser revelados. Había llegado el momento de desvelar su identidad oculta como Milena; de lo contrario, sería imposible continuar con la conversación sobre el «Códice Médico». Respiró hondo y confesó: «Papá, Milton, yo soy Milena. Todas las técnicas curativas y el dominio de los venenos que poseo provienen de la sabiduría contenida en el «Códice Médico»».
Las palabras de Elliana parecieron quedarse flotando en el aire, y su peso sumió a Arthur y Milton en un silencio atónito. Ambos se volvieron hacia ella, con expresiones que mezclaban incredulidad y confusión.
Milena, la curandera de fama mundial cuya habilidad atraía la atención de innumerables magnates, era una figura envuelta en prestigio y misterio. Conseguir una cita con ella era casi imposible. Se rumoreaba que había aparecido recientemente en Ublento, donde había desenmascarado y avergonzado públicamente a una impostora que se atrevía a hacerse pasar por ella, para luego desaparecer una vez más sin dejar rastro.
En ese momento, Arthur y Milton habían querido viajar a Ublento para conocer a esta legendaria sanadora. Pero unas obligaciones urgentes los habían retenido y la oportunidad se les había escapado, dejándolos con un silencioso y persistente remordimiento.
Los afortunados que habían visto a Milena hablaban de una joven llamativa y elegante, con un encanto natural que dejaba una impresión duradera. Sin embargo, ahora, la revelación de que esta célebre sanadora era, en realidad, Elliana, dejó a Arthur y Milton completamente desconcertados.
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Intuyendo el motivo de su desconcierto, Elliana esbozó una suave sonrisa mientras explicaba con franqueza: «La última vez que aparecí como Milena fue únicamente para desenmascarar a esa impostora. No deseaba revelar quién era realmente, así que utilicé mis habilidades con el maquillaje para disfrazarme de hombre».
Arthur y Milton intercambiaron una mirada antes de asentir, y finalmente todo encajó. Su sorpresa dio paso a la admiración: Elliana no solo era Rosa, sino también Milena, dos identidades celebradas en todo el mundo. Solo esos logros habrían sido suficientes para llenar de orgullo a cualquier familia.
La mirada de Arthur se posó en Elliana, con sus llamativos ojos llenos de alegría. Si ella aún fuera una niña pequeña, la habría cogido en brazos y la habría levantado en alto para celebrarlo. Sin embargo, bajo el orgullo se escondía un ligero dolor: el arrepentimiento de haberse perdido tantos momentos irreemplazables de su vida. Pero ahora no era el momento de pensar en lo que se había perdido. La urgencia de encontrar a su esposa eclipsaba todo lo demás. Volviendo la conversación al tema que les ocupaba, Arthur dijo: «Elliana, cuéntanos más sobre el «Códice Médico»».
La voz de Elliana se mantuvo firme mientras hablaba. «Cuando mamá huyó a Ublento hace años porque la perseguían, temiendo no poder proteger el «Códice Médico», lo donó a la Universidad Médica de Ublento, con la esperanza de que esa medida desviara la atención de los asesinos».
Milton se inclinó ligeramente hacia delante, con voz tranquila pero llena de curiosidad. «Entonces, ¿el Códice Médico está ahora en la Universidad Médica de Ublento?».
Elliana asintió suavemente. «Sí. Mamá lo donó oficialmente a la universidad, pero antes de hacerlo, hizo una copia discreta: un escaneo electrónico almacenado en un pequeño chip de datos. Hace quince años, cuando se marchó de Ublento, me dejó ese chip a mi cuidado».
Arthur y Milton intercambiaron una breve mirada, y los fragmentos dispersos de la historia del «Códice Médico» finalmente encajaron en una imagen más clara.
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