Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 827
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Capítulo 827:
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La consideración de Milton se manifestaba en pequeños y discretos gestos. Ajustó el aire acondicionado hasta que la temperatura fue la adecuada. Luego, encendió la música.
Una melodía suave y familiar llenó el coche. Los ojos de Elliana se desviaron de la ventana hacia él, con sorpresa en su rostro. Había elegido su canción favorita. Era «Breeze Through My Hair», una canción atemporal con una melodía que la envolvía como una cálida manta.
La canción había sido popular hacía más de veinte años. Hoy en día, era raro escucharla. Ella nunca esperó escucharla aquí, en su coche. ¿Podría ser esto? ¿La conexión tácita de la familia?
«¿No te gustan las canciones antiguas?», preguntó Milton, al ver su expresión cuando la miró. «Lo siento. Todavía estoy aprendiendo cosas sobre ti. Tenemos mucho de qué hablar».
Milton tocó la pantalla de la consola. «Adelante. Elige lo que quieras. Si te gusta, seguro que a mí también me gustará».
Los labios de Elliana se curvaron en una lenta y sincera sonrisa. —En realidad, mi canción favorita es «Breeze Through My Hair».
Él la miró con cierta sorpresa. —¿En serio?
«Sí, en serio», dijo ella con un pequeño movimiento de cabeza. «Cuando era pequeña, mi madre la ponía todas las noches para ayudarme a dormir. Esa canción es prácticamente la banda sonora de mi infancia. Puede que ahora suene anticuada, pero sigue siendo la que más me gusta».
Para ella, la melodía era más que simples notas. Llevaba consigo el aroma del perfume de su madre y la calidez de su abrazo. Cada vez que echaba de menos a su madre, se encerraba en su habitación y la ponía en bucle. Se tumbaba con los ojos cerrados, tarareando suavemente, y la imagen de su madre se le aparecía con tanta claridad que sentía como si estuviera allí de nuevo, cantándole para que se durmiera.
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Esa canción no era solo música. Era consuelo. Era luz en los momentos más oscuros y era la fuerza que la ayudaba a seguir adelante.
Cuando las primeras notas de «Breeze Through My Hair» flotaron en el coche, el sonido pintó a su madre en su mente: elegante, amable, sabia e infinitamente paciente.
«Yo también», dijo Milton en voz baja.
El semáforo de delante se puso en rojo y él redujo la velocidad del coche hasta detenerlo suavemente.
Con el motor en marcha, se volvió hacia ella con una mirada cálida y firme. «Mi madre también me la cantaba», dijo. «Cuando era pequeño, era la canción que me ayudaba a conciliar el sueño».
Para él, cada acorde traía consigo un recuerdo. Casi podía oler su aroma tenue y reconfortante mientras la melodía lo envolvía. La canción era como un retrato de ella, dibujado con sonido en lugar de tinta.
Una pequeña sonrisa cómplice se dibujó en los labios de los hermanos. No necesitaban decir nada más. El sentimiento que los unía era algo que las palabras no podían captar. Era una conexión que solo se podía entender, no explicar.
El semáforo se puso en verde y Milton pisó el acelerador. El coche avanzó, llevándolos más lejos por la carretera.
La música seguía sonando. «Un suave viento enreda mi cabello y la mañana trae un fresco aroma primaveral…».
Los labios de Elliana se movían al ritmo de la melodía mientras comenzaba a tararear en un ritmo tranquilo y constante.
Al poco tiempo, la voz más grave y rica de Milton se unió a la de ella.
Juntas, sus voces se mezclaron en armonía, y la canción pintó la misma imagen en sus mentes: la visión de una mujer gentil y hermosa que cobraba vida gracias a la melodía.
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