Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 766
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Capítulo 766:
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Cole siempre había sido conocido por su apatía y su calma inquebrantable, pero después de casarse con Elliana, su temperamento se había vuelto impredecible y, en ocasiones, se había vuelto bastante infantil. Ahora, con su…
memoria de ella desaparecida, todos habían asumido que volvería a ser el mismo de siempre, frío y distante, pero parecía que cada vez que Elliana estaba involucrada, su comportamiento cambiaba instantáneamente a esa versión familiar. La posesividad subconsciente de Cole hacia Elliana permanecía inalterable a pesar de su pérdida de memoria. Un solo cumplido de ella hacia otro hombre era suficiente para que sus celos se dispararan, convirtiéndolo en una tormenta.
Myles, Aron y el conductor bajaron la cabeza, esperando a que pasara la tormenta.
Entonces, la voz seca y sarcástica de Cole rompió el silencio. «Dado que los tres habéis conseguido llamar la atención de la hija de un magnate, está claro que estáis desperdiciando vuestro talento aquí. Quizás deberíais convertiros en sus amantes. Quedaros conmigo sería un desperdicio absoluto de vuestras extraordinarias cualidades».
Myles, Aron y el conductor intercambiaron miradas desesperadas, preguntándose cuánto tiempo seguiría ardiendo los celos de Cole.
Hugh soltó una risa ahogada al ver a Myles, Aron y el conductor moverse incómodos en sus asientos.
A Paulina le pareció la situación ligeramente divertida, y una pequeña sonrisa amenazó con aflorar en sus labios. Miró a Cole. —Señor Evans, ¿no tenía pensado visitar hoy el Instituto de la Ilustración? ¿Qué le parece si le acompaño? No debería perder su tiempo ni su energía con estos idiotas. Yo me encargaré de ellos más tarde.
Frente a la Universidad Médica de Ublento, el Instituto Enlightenment se alzaba imponente e intimidante. Los guardias patrullaban la entrada, lo que hacía que el lugar pareciera muy respetable y envuelto en secreto.
Cole dirigió una mirada penetrante al edificio y su voz cortó el aire. «Hoy no. Que sea la próxima vez».
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Ya no estaba de humor para la visita. En lugar de la calma habitual, la irritación enredaba sus pensamientos y lo dejaba nervioso.
«Quizá sea mejor que te vayas a casa y descanses», sugirió Paulina en un tono más suave. «Últimamente has estado trabajando sin descanso. Debes de estar agotado».
Cole se presionó las sienes con los dedos y dejó que el silencio fuera su respuesta. Paulina no perdió tiempo y centró su atención en Hugh. «Conduce tú». Hugh se apresuró y se sentó al volante.
Paulina lanzó una mirada fría a Myles, Aron y al conductor. —Vosotros tres, quedaos aquí y reflexionad sobre el lío que habéis montado. No volváis hasta que lo hayáis pensado bien.
Dicho esto, se subió al asiento delantero junto a Hugh y dijo: «Arranca el coche». Un segundo después, el vehículo se alejó, dejando a Myles, Aron y el conductor en una nube de polvo.
Los tres hombres, que se habían quedado atrás, miraron fijamente el coche que se alejaba hasta desaparecer de su vista y soltaron un largo suspiro colectivo.
«No lo entiendo», comentó Aron. «Cuando el Sr. Evans estaba con la Sra. Marsh, cada pelea entre ellos significaba problemas para nosotros. Ahora él la ha olvidado, pero nosotros seguimos pasando por un infierno. ¿Qué hemos hecho para merecer esto?».
Myles se subió las gafas por la nariz. —Déjalo ya, Aron. El Sr. Evans pierde los nervios cada vez que la Sra. Marsh está cerca. No es la primera vez que arremete contra nosotros por celos, y seguro que no será la última. A estas alturas ya deberíamos estar acostumbrados.
Nadie podía discutir con Myles. Hacía tiempo que habían dejado de sorprenderse.
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