Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 728
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Capítulo 728:
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Norwood y Joslyn se hicieron eco del sentimiento, asintiendo con la cabeza. Wanda, siempre la reina de su propia obra, les concedió una migaja de esperanza. «Tengan la seguridad de que haré todo lo posible para ayudarles a recuperar la antigua gloria de la familia Craig».
Esa sola frase iluminó toda la habitación. Bonnie, Norwood y Joslyn la miraron radiantes. Al fin y al cabo, la ira de Merlín ya les había costado muy caro: su posición social, los últimos restos de su influencia y el apoyo de la familia Evans. Si Wanda podía devolverles el favor, soportar unas cuantas palabras duras era un pequeño precio a pagar.
Cansada rápidamente de sus adulaciones, Wanda acortó la visita.
Afuera, el coche con chófer de Eva esperaba pacientemente.
La familia Craig se apresuró a despedir a Wanda, colmándola de extravagantes regalos destinados a Eva, gestos de apaciguamiento que Wanda aceptó sin dudarlo.
Wanda nunca había permitido a la familia Craig poner un pie en la finca Campbell, una frontera tácita trazada para evitar que descubrieran la dolorosa verdad: Arthur y Milton la detestaban. Una sola mirada a su condición marginal a los ojos de ellos destrozaría la ilusión de poder que ejercía ante los Craig.
¿Pero los lujosos regalos destinados a Eva? Esos los aceptó Wanda con gusto. Eran más que ofrendas, eran moneda de cambio. Wanda tenía la intención de utilizarlos sabiamente para mantener el favor de Eva, la única persona de la casa de los Campbell que realmente la aceptaba.
Los Campbell, como siempre, hicieron una declaración. Habían enviado una flota de vehículos de lujo de alta gama solo para llevar a Wanda a casa, una ostentosa demostración destinada a recordar al mundo la riqueza y la influencia de la familia.
Aproximadamente una hora después de salir de la mansión Craig, llegaron a Harmony Estate.
Cuando Wanda entró en el gran salón, su voz se volvió melosa. —¡Mamá!
Eva levantó la vista de su café y la saludó con una sonrisa radiante. —Wanda, has vuelto.
—Sí, mamá —dijo Wanda mientras se dejaba caer con elegancia en el sofá junto a Eva—. Me ha parecido una eternidad desde la última vez que te vi. ¡Te he echado mucho de menos!
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La expresión de Eva se suavizó y se iluminó con ternura. —Me preocupaba que ver a tus padres biológicos te hiciera olvidarte de mí, tu madre adoptiva.
—¿Olvidarte? —La voz de Wanda rebosaba convicción—. Nunca. Tú me criaste. Tú eres mi verdadera mamá.
Wanda sabía cómo tocar la fibra sensible. Se inclinó suavemente y le habló con voz melosa. «Visité a la familia Craig porque tú me lo pediste. Pero su casa no es mi hogar. Este es mi hogar. Y tú, mamá, eres la persona más importante de mi vida».
Cada palabra fue como un bálsamo para el corazón de Eva. Privada del amor de su marido e incapaz de tener hijos propios, había volcado toda su esperanza maternal en Wanda. Aunque llevaba su generosidad como una corona, sin ocultar nunca los orígenes de Wanda, incluso animándola a relacionarse con los Craig, en el fondo albergaba un miedo persistente: que la niña que había criado pudiera algún día darle la espalda e irse con la familia que le había dado la vida. Las palabras tranquilizadoras de Wanda disiparon esos temores.
Al crecer al lado de Eva, Wanda había aprendido a leer sus estados de ánimo. Ahora, al ver el alivio y la alegría en los ojos de Eva, sabía que había dicho exactamente lo que Eva necesitaba oír. Aun así, siguió con la actuación, con una expresión cálida y una voz dulce, como si cada palabra brotara directamente de su corazón.
—Mamá, ¿dónde están papá y Milton? —preguntó Wanda con inocencia fingida.
Eva señaló perezosamente hacia las escaleras. —En el estudio. Están discutiendo algo.
—Iré a saludarlos —respondió Wanda con una suave sonrisa, levantándose con elegancia.
—Ve, ve —dijo Eva con ojos cariñosos.
Mientras Wanda subía la gran escalera, vio a un sirviente que se acercaba con una bandeja de plata con café. Aceleró el paso. —Yo lo cojo —dijo con suavidad, interceptando la bandeja antes de que llegara a la puerta—. Se lo llevaré yo misma.
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