Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 724
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Capítulo 724:
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Cole se quedó paralizado, viéndolos desaparecer. Sus pensamientos se aceleraron, nublados por la inquietud. Lentamente, se volvió hacia Rubén. —Abuelo, ¿me estás ocultando algo?
Ruben lo miró fijamente sin pestañear. —¿Ocultarte algo? ¿Al cabeza de la familia? —dijo con suavidad—. ¿Qué podríamos tener que ocultarte? —Hizo un gesto con la mano para restarle importancia. «No les hagas caso a esos dos. Uno es inmaduro y el otro es un granuja. Deja que se calmen».
Cole asintió lentamente, aparentemente tranquilo.
En ese momento, Jarrett rompió el incómodo silencio. «Cole, no me encuentro bien. Volveré esta noche para descansar. No podré asistir a tu fiesta de compromiso». Su voz era tranquila, pero el peso de sus palabras era inconfundible.
No podía quedarse de brazos cruzados viendo a su hijo comprometerse con la mujer responsable de la muerte de Elliana. Como no podía impedir el compromiso, lo menos que podía hacer era no presenciarlo. Cole lo miró, desconcertado. —Pero papá, la fiesta es dentro de unos días. ¿No puedes quedarte un poco más? —Titubeó, con evidente confusión en su voz.
«Es mi primer compromiso, quizá el único. Y el último deseo de mamá era que me casara con Wanda. ¿No quieres estar allí?».
Cole no podía entenderlo. Jarrett no era un padre distante. Siempre habían estado muy unidos. Y Jarrett no parecía enfermo, quizá cansado, pero no lo suficiente como para marcharse antes de tiempo y perderse la fiesta de compromiso.
Jarrett esbozó una sonrisa débil y triste. —Lo siento, Cole. No puedo.
¿Qué clase de padre se perdería la fiesta de compromiso de su hijo a menos que tuviera el corazón demasiado apesadido para soportarlo?
No esperó respuesta. Sin decir nada más, se dio la vuelta y subió las escaleras, dejando a Cole mirándolo, con el rostro nublado por la duda y una inquietud que se apoderaba lentamente de su pecho.
La reacción de su padre permaneció en la mente de Cole: distante, sin emoción. Ni una pizca de alegría, ni palabras cálidas, ni siquiera un gesto de aprobación. ¿Por qué? No tenía sentido. Jarrett siempre había sido un pilar de fuerza tranquila, pero últimamente cargaba con un peso que no se podía explicar. Era como si algo le agobiara y no se atreviera a compartirlo, y ese silencio solo aumentaba la inquietud de Cole.
Cuando Jarrett desapareció tras la esquina de la escalera, Cole se volvió hacia Ruben, esperando una explicación. —Abuelo, ¿qué le pasa a papá?
Rubén se esforzó por esbozar una sonrisa que no llegó a sus ojos. —Tu padre lleva años con problemas de salud. Ya lo sabes. No le des más vueltas. Concéntrate en los preparativos de tu compromiso. —Luego, como si el peso de la conversación también fuera demasiado para él, se levantó—. Yo también estoy cansado. Me voy a acostar.
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Se marchó, subiendo las escaleras con paso lento y deliberado. Cole se quedó atrás, observando a Rubén subir cada escalón, con un nudo en la garganta. Ni su padre ni su abuelo habían expresado ninguna alegría por su compromiso. Ni una sonrisa. Ni felicitaciones. Ni bendiciones. Algo iba mal. Lo sentía en lo más profundo de su ser. Pero nadie le daba respuestas.
Una vez dentro del estudio, en el segundo piso, Cole se volvió hacia Paulina. «¿Por qué siento que algo pasa en mi familia? ¿Hay algo que nadie me cuenta?», dijo, bajando la voz.
Paulina levantó la vista de sus notas, ocultando cuidadosamente el destello de emoción en sus ojos. «Sr. Evans, quizá esté demasiado sensible porque aún no se ha recuperado del todo del accidente de coche. No ha cambiado nada. Estás pensando demasiado».
Paulina había estado a su lado desde la infancia, era más que una simple cuidadora. Era como una hermana mayor, siempre estaba ahí, siempre se podía confiar en ella. Él confiaba en ella, y sus palabras tranquilizadoras le calmaban, aunque solo fuera un poco. Aun así, aunque solo fueran los nervios, no podía negar lo que había visto. Rubén y Jarrett no habían mostrado ningún entusiasmo ni alegría por su próximo compromiso.
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