Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 710
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Capítulo 710:
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Elliana, con una expresión de curiosidad, comentó: «Señorita Craig, hay algo que me intriga. ¿Por qué su familia sigue enviando a sus hijas a otras casas? ¿Es por dinero o hay algún secreto que se me escapa? Oh, espere, acabo de recordar algo».
Fingiendo una repentina revelación, Elliana añadió: «Su abuela la envió a casa de los Evans con la esperanza de que se casara con uno de sus hijos. ¿Enviaron a su hermana a casa de los Campbell con el mismo propósito?».
Sin esperar respuesta, Elliana continuó: «Pero eso no tiene mucho sentido. Si el plan era casarlas, tu hermana debería casarse con un Campbell, no atarse a la familia Evans. ¿Ahora las dos están compitiendo por el mismo premio?».
Elliana miró a Trinity, cuyo rostro se había sonrojado por la vergüenza, y esbozó una sonrisa maliciosa. —¿O tal vez tu hermana fue rechazada por todos los Campbell y por eso compite contigo por los hombres Evans? Si ese es el caso, ¡deberías verla como una rival, no como alguien de quien presumir! No puedo evitar preguntarme: ¿por qué a la familia Craig le gusta enviar a sus hijas a que otras familias las elijan?
Cada pregunta incisiva de Elliana golpeaba a Trinity como una lluvia de bofetadas, despojándola de su compostura y su orgullo.
La serenidad que Trinity había mostrado al entrar se había desvanecido, y lo único que quedaba era una mezcla de furia y humillación que se reflejaba en su rostro enrojecido.
«Tú…», Trinity señaló a Elliana con el dedo, pero no pudo articular ninguna otra palabra.
Elliana solo ladeó la cabeza y le dedicó una dulce sonrisa, encogiendo los hombros en un gesto inocente, como desconcertada por la ira de Trinity.
Desde un lado, Adah y los Cuatro Guardianes apenas podían contenerse, reprimiendo la risa mientras se desarrollaba la escena. En una batalla de palabras, Trinity estaba irremediablemente superada. Elliana no había necesitado mucho para dejarla sin palabras. Un poco más y Trinity podría haber desmayado de la furia allí mismo, en Regal Grove.
Una tranquila emoción recorrió a Elliana: su estado de ánimo, últimamente sombrío, se iluminó al ver cómo Trinity perdía la compostura.
Durante años, Trinity había trabajado duro para mantener su imagen de niña mimada de la familia Evans, un modelo de elegancia e inteligencia. En cuestión de minutos, Elliana había despojado a Trinity de esa apariencia pulida, dejando al descubierto todos sus defectos. La elegante fachada se había hecho añicos y lo que quedaba en su lugar no se parecía en nada a una erudita culta, sino a alguien que se aferraba desesperadamente a un argumento perdido.
Tranquila y serena, Elliana observaba cómo Trinity hervía por dentro, y el contraste entre sus reacciones era casi cómico.
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En ese momento, una voz clara y segura resonó desde la entrada. —¡Señorita Marsh, qué elocuencia y qué ingenio!
Elliana desvió la mirada y se fijó en una mujer llamativa con un traje de corte impecable, flanqueada por un séquito de guardaespaldas. Una cascada de cabello oscuro caía con elegancia…
sobre los hombros de la mujer, y su maquillaje perfectamente aplicado irradiaba una sensación de poder y privilegio.
Elliana rápidamente se dio cuenta de las sutiles similitudes entre la recién llegada y Trinity, sospechando de inmediato que se trataba de Wanda.
Sus sospechas se confirmaron un instante después, cuando Trinity se apresuró a acercarse y agarró el brazo de la mujer con entusiasmo infantil. —¡Wanda, por fin has llegado! Esa miserable Elliana se ha estado comportando como una prepotente, incluso se ha atrevido a insultarte. ¡Tienes que ponerla en su sitio! —Trinity se mostraba ansiosa, casi aduladora.
Sin embargo, Wanda, poco impresionada, la apartó con un tirón brusco y le lanzó una mirada fulminante. —¡Idiota! Ya has hecho bastante el ridículo. ¡Aléjate de mí!
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