Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 677
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Capítulo 677:
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Lejos de las constantes exigencias de la vida cotidiana, los dos crearon un pequeño mundo propio. Las horas pasaban sin darse cuenta y los días se alargaban sin necesidad de horarios ni planes. Compartían conversaciones tranquilas que los llevaban hasta bien entrada la noche, saboreando cada momento juntos.
Cuando por fin llegó la mañana, Elliana fue la primera en despertarse. Abrió los párpados y, durante un momento, observó a Cole dormir plácidamente a su lado.
Haciendo todo lo posible por no despertarlo, Elliana se giró sobre su estómago y apoyó la barbilla en las manos. Lo miró con una expresión tierna y amorosa. El sueño había…
El sueño le había sido robado a Cole durante días por el implacable control de Psychephrenia. Todo eso cambió después de que recibiera su primera dosis del Elixir Elysian ayer, y la diferencia fue casi milagrosa. Desapareció ese aspecto demacrado y fantasmal. En su lugar, sus mejillas brillaban con un color saludable. Elliana sintió una poderosa ola de alivio. Los efectos del elixir eran evidentes. La felicidad la invadió al percibir cada signo de mejora de Cole.
El tiempo pareció detenerse mientras lo observaba así durante casi una hora, incapaz de apartar la mirada. Finalmente, él comenzó a moverse, y su forma de despertar no se parecía en nada a la de ella.
Elliana solía despertarse lentamente, tomándose un momento para adaptarse a su entorno. Cole, por el contrario, respondía puramente por instinto. Mantenía los ojos cerrados mientras extendía la mano, buscando la cama a su lado.
En el instante en que sus dedos tocaron su piel, la atrajo hacia sí. Con los ojos aún cerrados, la abrazó como si no fuera más que su almohada favorita, respirando suavemente mientras intentaba aferrarse a los sueños que aún le quedaban. Elliana casi se queda sin aliento al sentir lo fuerte que la abrazaba. Una suave risa brotó de su pecho y empujó suavemente contra el pecho de él. —Ya estás despierto —susurró.
«No se te ocurra volver a quedarte dormido».
No daba señales de soltarla, la abrazaba con unos brazos que parecían de hierro. Ni siquiera se movió, y mantuvo los ojos cerrados. Con un suspiro, Elliana probó con otra táctica. Se inclinó hacia delante, le dio un beso tierno en los labios y le tiró juguetonamente del cuello del pijama. «Coley, ¿puedes relajarte un poco? Necesito respirar», dijo haciendo un puchero.
Al oír ese viejo apodo, que no había utilizado desde el divorcio, sintió una sacudida repentina. Abrió los ojos de golpe y la miró con una expresión tan suave y brumosa como el amanecer. Fijó la mirada en ella y le dijo con voz ronca y baja: «¿Cómo me has llamado?».
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Elliana sabía exactamente lo que él quería de ella. Con una sonrisa burlona, se inclinó una vez más y lo besó más profundamente esta vez. «Buenos días, Coley».
Quizás esperaba que eso fuera suficiente para que él la soltara, pero se llevaría una decepción.
En cambio, Cole la abrazó con más fuerza y reclamó su boca con un beso feroz y posesivo.
Aunque el divorcio había trazado una línea entre Cole y Elliana, en el momento en que se reconciliaron, esa línea se desvaneció como la niebla al sol de la mañana. Volvieron a su antiguo ritmo sin problemas, sin vacilaciones, sin silencios incómodos, solo con la cercanía natural de dos almas que nunca se habían separado de verdad.
Se quedaron dormidos abrazados, sus últimos momentos de vigilia bañados en besos tiernos y pausados. La mañana los recibió de la misma manera: con un beso que se hizo más profundo y prolongado hasta que ambos quedaron sin aliento y con una cálida sensación.
—Cariño —murmuró Cole, con una voz ronca y familiar—. ¿Me lo vas a decir ahora? ¿Qué es eso de «doloroso pero maravilloso» para lo que necesitas mi cooperación?».
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