Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 674
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Capítulo 674:
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Jarrett asintió con la cabeza, mostrando su total acuerdo con el nuevo plan de Rubén. «Por supuesto. Lo entiendo. Les daremos su espacio».
Sin saber nada de la conversación que tenía lugar arriba, Elliana y Cole terminaron de cenar juntos. Más tarde, los dos se dirigieron hacia la playa, cogidos de la mano, mientras la puesta de sol teñía el cielo de rayos naranjas y dorados.
Cole la miró con una sonrisa tierna y le preguntó en voz baja: «Bueno, ¿ya es hora de que me cuentes eso tan importante?».
Elliana no se apresuró a sacar el tema importante que había mencionado antes. En lugar de eso, se tomó su tiempo para pasear, empapándose de los colores de la puesta de sol y observando a los pájaros que se deslizaban a través de la luz dorada.
La mayoría de los pájaros eran colibríes. Sus agradables voces resonaban a su alrededor, cada nota llevada por la brisa y llenando el aire con una brillante y abierta sensación de paz.
Cole vio que Elliana no tenía prisa, así que la dejó disfrutar del momento. Se acercó por detrás, le rodeó la cintura con los brazos y apoyó la mejilla junto a la de ella para que pudieran contemplar juntos el paisaje. De vez en cuando, se inclinaba para darle un beso suave en la oreja.
Los recuerdos de la intimidad de aquella mañana le recorrieron el cuerpo como una suave corriente. Bajó la mano hasta posarla sobre su bajo vientre y acarició ese lugar mientras imaginaba dos pequeñas vidas que ya echaban raíces allí: sus hijos. Se imaginó a la hija que siempre había deseado, tan guapa e inteligente como Elliana. Se imaginó al hijo que ella había deseado, un niño que crecería para ser sabio y fuerte como él. En su mente, los veía a los dos, formándose en silencio dentro de ella.
Cuanto más lo imaginaba, más crecía su amor, como una marea inquebrantable. Abrazó a Elliana con más fuerza, deseando poder fundirlos a los dos en un solo ser.
Delante, el mar se extendía infinito hacia un horizonte en llamas por el sol poniente. Bandadas de colibríes se deslizaban por el cielo oscurecido. A lo largo de la orilla, Cole y Elliana se abrazaban con fuerza, sus palabras eran suaves y dulces.
Cualquiera que presenciara ese momento pensaría lo mismo: qué pareja tan perfecta.
Al cabo de un rato, Elliana levantó la mano y señaló. —En cuanto a lo que quería decirte —dijo con voz suave—, es sobre estos colibríes.
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—¿Los colibríes? —preguntó él, siguiendo con la mirada el dedo de ella—. ¿Qué tienen?
Ella mantuvo la mirada fija en los pájaros mientras preguntaba: «¿Sabes lo que significan en el amor?».
Él negó con la cabeza y respondió con sinceridad: «No tengo ni idea».
«Ver un colibrí se considera a menudo un signo de alegría y felicidad: su energía inspira adaptabilidad, resiliencia y elegancia en las relaciones», respondió Elliana. Bajó la mano y entrelazó sus dedos con los de él, descansándolos sobre su vientre. En su mente, imaginó dos pequeños latidos tomando forma allí.
«Cuando nos enfrentamos a retos en nuestras relaciones, ver un colibrí nos aporta esperanza, adaptabilidad y agilidad emocional». Se inclinó hacia atrás para mirar el rostro de Cole, con los ojos brillantes.
«Estoy dispuesta a afrontar todos los obstáculos que se nos presenten y pasar el resto de mi vida contigo. ¿Y tú?
«Sí, yo también», respondió Cole de inmediato, con voz firme. Le besó la frente y le dijo en voz baja, pero con convicción: «Elliana, eres mi corazón, mi vida, mi único pensamiento. Mi amor por ti se hace más fuerte cada día que pasa. Te quiero más de lo que las palabras pueden expresar. Ningún reto que nos depare la vida podrá cambiar eso».
Su respuesta era lo que ella quería oír, y su sincera promesa la llenó de una dulzura abrumadora. Se inclinó un poco y le habló en voz baja, con una sonrisa cálida y tierna. —Eres mi mayor aventura y estoy deseando vivir todos los momentos maravillosos que compartiremos juntos.
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