Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 67
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Capítulo 67:
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La risa brotó de los labios de Elliana en el momento en que Luciano se enderezó tras su teatral reverencia.
El sonido golpeó a Luciano como una bofetada. Su máscara solemne se hizo añicos y la furia contorsionó su rostro. Sus ojos se oscurecieron, enrojeciéndose en los bordes, y la rabia crecía con cada respiración. Se giró hacia Elliana y gruñó entre dientes: «¿Qué te hace tanta gracia?».
Una oleada de cabezas se giró con Luciano. Los ojos se abrieron de par en par, sin saber si sentirse ofendidos o simplemente desconcertados. ¿En qué estaba pensando Elliana, riéndose precisamente ahora?
La sangre de Paige hervía bajo su apariencia serena. Había estado esperando a que Elliana cometiera un error, pero no así, no ahora, no en medio del evento más cuidadosamente planeado de su vida. Esta extravagante ceremonia había sido diseñada para mejorar su posición social y atraer apoyos prestigiosos. Pero si Elliana causaba problemas, todo el evento se vendría abajo y perdería el impacto deseado.
Aun así, con cámaras por todas partes y todas las miradas fijas en ella, Paige se obligó a adoptar una expresión suave y serena. —Elliana, este es un momento importante. ¿Cómo puedes tratarlo con tan poco respeto?
Elliana no había planeado reírse. Se le escapó antes de poder evitarlo. Con un encogimiento de hombros indiferente, se tocó la nariz, con un rastro de humor aún bailando en sus ojos. —Ha sido culpa mía. Se me ha escapado.
Paige apretó los labios con fuerza, la tensión en el pecho le dificultaba la respiración.
Luciano parecía a punto de estallar. Su pecho se agitaba y sus ojos estaban desorbitados. Todo el gran esfuerzo que había dedicado a esta ceremonia, destinada a consolidar su imagen de maestro venerado, se veía socavado por la risa de Elliana. Sentía que su reputación como maestro del mundo del arte había sido profundamente insultada y, en un arranque de furia, espetó: —¡Eres un monstruo horrible, sin modales, sin educación, sin talento y sin una pizca de respeto! ¡Eres absolutamente repugnante!
Palabras como esas, pronunciadas por un supuesto maestro, tenían peso… y malicia. Todas las miradas se dirigieron hacia Elliana, mientras el chat en directo explotaba con comentarios frenéticos.
«¿Qué le pasa a Elliana? Se suponía que era un evento digno y se está riendo».
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«Quizás realmente es tan inculta como dice el Sr. Scott. Probablemente pensó que su respeto era una broma».
«¿No está claro ya que Elliana es la rival definitiva del Sr. Scott? Me había dejado llevar por la emoción de la ceremonia, pero en cuanto Elliana empezó a reírse, el ambiente se vino abajo y, sinceramente, tuve que contenerme para no reírme yo también».
Dentro del recinto y al otro lado de la pantalla, todos los ojos se fijaron en Elliana, como si estuviera a punto de comenzar un juicio contra ella. Sin embargo, ella mantuvo la compostura, casi divertida por toda la situación. Cuanto más se enfurecía Luciano, más se esforzaba ella por no sonreír.
—Lo siento de verdad, señor Scott. Continúe con la ceremonia.
Elliana quería que Luciano siguiera actuando, estaba deseando ver hasta dónde era capaz de llegar. Cuanto más se hundía en la actuación, más duro sería el golpe cuando llegara la noche.
Temblando de rabia, Luciano parecía a punto de estallar, y la actitud de Elliana era como sal en sus heridas. Antes de que pudiera soltar otro arrebato, Paige se acercó y le tiró de la manga.
—Por favor, señor Scott —susurró con urgencia—. No arruinemos la ceremonia.
Aunque estaba igual de furiosa, Paige se dio cuenta de que no quedaba mucho tiempo y que cualquier retraso adicional amenazaba con arruinar todo el evento. Con una inhalación brusca y una última mirada venenosa en dirección a Elliana, Luciano se obligó a volver a su asiento.
Luciano había comenzado tranquilo y contento, con el aire de un verdadero maestro. Pero después de que Elliana lo provocara, su rostro se tensó con furia y el ambiente de la ceremonia de aprendizaje dio un giro radical.
Por dentro, Paige hería en su interior. Pero con las cámaras grabando y los invitados mirando, se tragó la humillación y siguió adelante con los últimos pasos de la ceremonia.
Cuando por fin terminó, un aplauso cortés llenó la sala, acompañado de la habitual serie de buenos deseos.
—Enhorabuena, señor Scott, por haber conseguido otra excelente protegida.
—¡Y señorita Jones, qué oportunidad! Con un maestro como el señor Scott, está destinada a la grandeza.
Luciano recuperó algo de color en el rostro. Una vez que declaró a Paige su protegida oficial, se volvió hacia ella y le dijo: —Ahora, Paige, muestra tu respeto a Rosa.
—Por supuesto —dijo Paige, asintiendo con aplomo.
Elliana levantó las cejas, sorprendida. Espera, ¿Paige iba a inclinarse ante su estatua?
Nadie se percató de la reacción de Elliana. Los focos estaban fijos en Paige, que se deslizó hacia la estatua de cera, bajó la cabeza y se inclinó con exagerada elegancia.
Haley, siempre alerta, pidió un primer plano. Las cámaras se acercaron, capturando cada ángulo de la actuación de Paige. Su rostro adoptó una seriedad exagerada, incluso más grave que la de Luciano, claramente destinada a impresionar al público que la veía a través de las pantallas.
Al otro lado de la sala, Elliana se mordió el interior de la mejilla, haciendo todo lo posible por no echarse a reír. Se había prometido a sí misma que no volvería a agitar las aguas, pero en el momento en que Paige se inclinó ante la estatua, esa promesa se esfumó. Una risa aguda e incontenible escapó de sus labios. «¡Ja, ja!».
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