Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 634
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Capítulo 634:
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—Cole, estás… estás sacando conclusiones precipitadas —tartamudeó ella, suavizando considerablemente el tono—. Solo quiero que mi hijo sea feliz. Lo único que deseo es que conozca a una buena mujer y forme un hogar.
Aunque Irene había conspirado en la sombra contra Cole, nunca se atrevió a desafiarlo directamente. Cada vez que se encontraban cara a cara, su miedo hacia Cole era profundo e instintivo, como un ratón paralizado bajo la mirada atenta de un depredador.
La mirada de Cole se apartó de ella, con expresión fría e indiferente. Se levantó de la silla y se dirigió hacia las escaleras.
«Jason», dijo por encima del hombro, «ven conmigo».
Jason se levantó y lo siguió en silencio.
En el silencio del estudio de arriba, Cole se sentó detrás del gran escritorio y fijó la mirada en Jason.
—¿No estás de acuerdo con mi decisión?
—Sí —respondió Jason con sinceridad—. No lo entiendo. ¿Por qué me pides que renuncie a Death Thorn? ¿No tengo derecho a luchar por alguien a quien quiero?
Cole respondió con la misma sinceridad: —Hay cosas que he descubierto sobre ella, Jason. Secretos que aún no puedo revelarte».
«¿Así que esos secretos son suficientes para decidir que ella y yo somos incompatibles?», insistió Jason.
Cole respondió con firmeza: «Sí. No hay futuro para vosotros dos juntos».
El silencio se apoderó de Jason mientras apretaba los labios con fuerza y los recuerdos del rostro descubierto de Death Thorn parpadeaban en su mente, con ese único y sobrecogedor..
momento grabado en su mente para siempre. No quería rendirse. A veces, solo hacía falta una mirada. Después de caer, no había forma fácil de volver atrás.
Elliana, mientras tanto, seguía sin tener ni idea del caos que se estaba gestando en la casa de los Evans. Solo necesitaba una comida rápida en Regal Grove antes de volver a sumergirse en su investigación en el laboratorio.
En otro lugar, con prisa, el coche de Allan se alejó del Royal Club y no se detuvo hasta llegar a la orilla del mar.
Después de aparcar, Allan se movió en su asiento y miró a Adah con ira.
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—Vamos —dijo con voz fría—. ¿Qué hace falta para que rompas este compromiso?
Adah siguió con su actuación, con los ojos muy abiertos y una expresión de inocente sorpresa.
—¿Romperlo? ¿Por qué iba a hacer eso? —respondió con aire ingenuo—. El jefe de nuestra aldea siempre nos decía que cuando una mujer consigue aferrarse a un hombre rico, nunca debe soltarlo. Si lo hace, renuncia a una vida de comodidad y fortuna.
Otra vez con el jefe de la aldea.
La irritación se reflejó en el rostro de Allan. Sacó su chequera, garabateó un cheque por cien millones y se lo entregó.
—Toma esto —dijo con tono seco—. Puedes conseguir tu fortuna sin estar atada a mí.
Adah echó un vistazo al cheque y tuvo que contener la risa. Dejó que sus labios temblaran en un mohín ensayado.
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