Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 591
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 591:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
¿Pero Heather? Heather estaba radiante, resplandeciente de picardía y belleza tan feroz que podía dejar a un hombre sin sentido. Mordisqueó delicadamente el caramelo que Hugh le había ofrecido y, con un brillo coqueto en los ojos, dijo: «¡Eres un tonto!».
Sin previo aviso, hincó los dientes en el dedo de Hugh.
«¡AHORA!», gritó Hugh antes de poder contenerse, el dolor repentino lo devolvió a la realidad. Retrocedió, con la cara roja y sudando, tratando de recuperar la compostura. «¡Me voy!», balbuceó, girando sobre sus talones.
Pero antes de que pudiera escapar, la voz de Heather resonó: «¡Espera!».
Hugh se detuvo en seco, mirándola con el corazón a punto de estallarle.
Heather le dedicó una sonrisa melosa. —Gracias por los caramelos. Me han encantado. Y ya que me has traído un regalo… es justo que te dé algo a cambio.
Hugh no dijo nada, pero por dentro se sentía como un cachorro al que le hubieran entregado el mundo: moviendo la cola y con el corazón latiéndole con fuerza por la felicidad. ¿Un regalo? ¿De una chica? Era el sueño de su vida, y lo estaba viviendo. Sus ojos se clavaron en Heather, rebosantes de un anhelo juvenil tan puro que casi le dolía.
La sonrisa de Heather se amplió mientras se inclinaba hacia él, con una voz suave como el terciopelo. «Cierra los ojos».
Hugh los cerró al instante, casi con reverencia. En cuanto la oscuridad lo envolvió, su expectación se disparó. Su mente se llenó de posibilidades: ¿un abrazo? ¿Un susurro? Y luego: un beso. Suave. Cálido. Justo en la mejilla.
Boom: sus pensamientos se catapultaron de vuelta a la noche anterior. Aquella partida de cartas. Sus besos impulsivos. El caos que había desatado en su interior. No había pegado ojo en toda la noche. Las rodillas le temblaban. Sus pensamientos se agitaron. Y allí mismo, a la vista de todo el mundo, se derrumbó en un estupor de ensueño.
Heather no hizo ningún movimiento para atrapar a Hugh. Solo echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. Clifton, Kieran y Damian miraban como espectadores aturdidos en un circo. Ninguno de ellos se movió ni un centímetro.
Solo los guardaespaldas de Hugh se lanzaron hacia delante alarmados. —¡Hugh! ¡Cuidado! —Lo atraparon justo antes de que cayera al suelo, por los pelos. Aún aturdido, Hugh se balanceaba en sus brazos como un hombre tocado por el cielo. Levantó la mano y se acarició suavemente la mejilla, donde aún sentía el cosquilleo del beso de ella. Sus guardias se miraron con exasperación.
Técnicamente, el equipo tenía dos líderes: Aron y Hugh. Pero, sinceramente, Aron era el músculo, el cerebro, el verdadero comandante. ¿Hugh? Hugh era más bien una mascota bien vestida. Así que, cuando surgía un asunto de trabajo y Aron no estaba disponible, el protocolo dictaba que siguieran las órdenes de Hugh. ¡Qué gran error resultó ser! ¿Quién podría haberlo imaginado? Hugh había conseguido hacer el ridículo y, por extensión, a Cole, dejando a toda la unidad deseando desaparecer bajo tierra. Francamente, si Elliana alguna vez se enfrentara a Cole, no necesitaría armas ni estrategias. Bastaría con enviar a Heather con un guiño coqueto y un beso, y Hugh quedaría neutralizado en segundos.
Las últimas emociones están en ɴσνєℓα𝓼𝟜ƒα𝓷.ç◦𝗺
Hugh tardó un buen minuto en recomponerse. Apoyándose pesadamente en los brazos de sus subordinados, finalmente se enderezó, con el rostro teñido de un violento color carmesí. Se aclaró la garganta y, con voz temblorosa, intentó recuperar la dignidad. —Me voy.
Con eso, se dio la vuelta con rigidez y comenzó su retirada, con todo su equipo siguiéndole como patos leales detrás de su líder. Ni un solo alma señaló la audaz mancha de pintalabios que aún lucía en su mejilla como un trofeo de derrota. Después de todo, la noche anterior había sido mucho peor. Hugh había vuelto tambaleándose, prácticamente cubierto de pintalabios, desde la frente hasta la clavícula, dejando incluso a Cole sin palabras por un momento. En comparación con eso, la mancha de hoy era prácticamente modesta.
.
.
.