Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 588
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Capítulo 588:
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Hugh lucía su habitual expresión seria y profesional, pero en el momento en que sus ojos se encontraron con los de Heather, se le escapó. Su compostura se resquebrajó y un repentino rubor le tiñó las mejillas hasta las puntas de las orejas.
Kieran y Damian, claramente conscientes de la historia, intercambiaron miradas y lucharon por no reírse.
Elliana, ajena al caos romántico de la noche anterior, arqueó una ceja al ver sonrojar a Hugh. Confundió su rostro enrojecido con la vergüenza por lo absurdo de la situación. —¿Te envía Cole? —preguntó con naturalidad.
—S-sí —tartamudeó Hugh, con el rostro aún más rojo. Heather se estremeció con una risa silenciosa, con los ojos brillantes de diversión, mientras Kieran y Damian hacían todo lo posible por no reírse.
Elliana suspiró para sus adentros. Qué idiota tan desesperado era Hugh. Apartando ese pensamiento, lo miró fijamente.
—Muy bien, ¿por qué te ha enviado Cole exactamente?
—Eh… para entregarte estos regalos —dijo Hugh, señalando las cajas.
—¿Y qué hay dentro?
»
Perdiendo la paciencia, Elliana se puso de pie de un salto. Sin decir palabra, se acercó a la caja más cercana y levantó la tapa sin dudarlo. Un aroma fuerte y azucarado se esparció inmediatamente, envolviéndola como una dulce niebla. La caja estaba repleta de caramelos de leche con sabor a mango, sus favoritos de toda la vida.
Inhaló profundamente y cerró los ojos. Solo ese olor bastaba para quitarle el cansancio del cuerpo. Por un momento, se dejó envolver por él, sintiendo una tranquila alegría en el pecho. Cuando finalmente abrió los ojos, estos brillaban con algo parecido al asombro. El peso de la noche en vela se había disipado.
Incapaz de contenerse, metió la mano en la caja, cogió un caramelo, lo desenvolvió lentamente y se lo llevó a la boca. El mango cremoso con un toque de leche se derritió en su lengua. Un suave suspiro escapó de sus labios. Vale… quizá no era el peor regalo del mundo.
Entonces Hugh dio un paso hacia ella. —El señor Evans también dijo que probara los otros sabores. ¿Quién sabe? Quizá descubra uno nuevo favorito.
Justo en ese momento, los hombres de negro abrieron sus cajas al unísono. Una oleada de aromas intensos y azucarados explotó en el aire, inundando la sala de estar con una dulzura irresistible. Cada caja era un festín para la vista, rebosante de caramelos envueltos en envoltorios llamativos y vibrantes.
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Las papilas gustativas de todos se despertaron y sus miradas se fijaron en los coloridos tesoros. Heather, en particular, parecía que se iba a derretir en el acto. Al parecer, ninguna mujer era inmune al encanto del azúcar y el brillo.
A pesar de la alegría abrumadora de estar frente a una montaña de dulces, Elliana no pudo evitar darse cuenta de lo ridículo que era todo. ¿Cómo se iba a comer todo eso? Necesitaría una habitación entera, quizá dos, solo para guardarlo todo.
Mientras seguía dándole vueltas mentalmente al volumen, Hugh soltó de repente: —El Sr. Evans estaba preocupado de que se te acabaran, así que anoche compró la fábrica de caramelos. Ahora es tuya. Oficialmente tienes provisiones para toda la vida. —Señaló con grandilocuencia las cajas—. Diseñarán nuevos sabores solo para ti. Cientos de trabajadores se dedicarán exclusivamente a producir lo que te gusta. Piensa en ello como tu imperio personal de caramelos».
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