Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 562
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Capítulo 562:
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Pero pasó un largo silencio y él no respondió. Cuando ella levantó la vista, captó la expresión de su rostro. Había un fuego inconfundible en sus ojos y estaba claro que estaba luchando por controlarse. Ella reconocía muy bien esa expresión. Siempre que se sentía abrumado por el deseo, la miraba así. No había necesidad de preguntarse qué estaba pensando.
Abrumada por la irritación, la vergüenza y la furia, le dio una patada en la espinilla y le espetó: «¡Pervertido asqueroso!».
Una patada fuerte y una reprimenda dura devolvieron a Cole a la realidad. Se aclaró la garganta, con un sonido incómodo que se le atascó en la garganta. No podía controlarse: la proximidad de Elliana y el calor que irradiaba su cuerpo despertaron deseos que creía haber enterrado.
Elliana presionó con fuerza la marca de la aguja de Cole, con un toque deliberado y autoritario. Quería que él mismo sostuviera el bastoncillo de algodón.
La presión le provocó un dolor punzante en el brazo y finalmente comprendió su intención. Alargó la mano hacia el bastoncillo de algodón y sus dedos rozaron los de ella. El contacto no fue accidental, fue puro instinto.
Sus manos lo cautivaron por completo. Pequeñas y delicadas, se movían con una elegancia que le oprimía el pecho. La suave piel parecía brillar bajo la dura luz fluorescente.
Siempre había apreciado sus manos por encima de todo. Durante su matrimonio, solía capturar esos dedos delgados entre las palmas de las manos, trazando patrones en sus nudillos y memorizando cada curva. La sensación se había grabado a fuego en su memoria, y ahora, al volver a verlas, su cuerpo reaccionó sin permiso.
Su mano más grande envolvió la de ella, entrelazando los dedos mientras la apretaba suavemente. Una vez, dos veces, y luego otra vez. La sensación lo consumió y ansiaba algo más que ese contacto fugaz. Si ella no hubiera retirado la mano con furia, él habría continuado. Quería llevar esos preciosos dedos a sus labios y saborear la dulzura que recordaba.
Su enfadada retirada lo devolvió al presente. Ya no era su marido, había perdido ese derecho. El bastoncillo de algodón casi se le resbaló de las manos cuando la realidad lo golpeó con fuerza. Después de sujetarlo, levantó la mirada para encontrarse con los ojos ardientes de ella.
—Lo siento —tosió Cole, con la palabra rasgándole la garganta—. No quería sobrepasar los límites. No podía confesar que su cuerpo había traicionado por completo a su mente.
La mirada de Elliana podría haber derretido el acero. Entonces, una risa fría escapó de sus labios. —Dígame, señor Evans, ¿está tratando de recuperarme?
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Cole la miró fijamente sin pestañear. —Si dijera que sí, ¿consideraría darme otra oportunidad?
Elliana levantó los dedos, contando deliberadamente mientras su expresión se transformaba en puro desdén. —Sr. Evans, firmamos los papeles del divorcio hace tres días. ¿Me echó de su vida y ahora quiere volver conmigo? ¿Busca emociones baratas o es así como funciona? —
Su sarcasmo dio en el blanco. Cole se sonrojó de vergüenza y solo fue capaz de tocarse la nariz.
Los rasgos de Elliana se endurecieron como el hielo mientras comenzaba a guardar sus suministros médicos con movimientos rápidos y eficientes. —Los hombres que quieren cortejarme podrían formar una fila que atravesaría toda la ciudad. Tendrás que esperar tu turno como todos los demás.
—¿Cuánto tiempo tardarías? —preguntó Cole.
Ella levantó la vista de su kit. —Tres años, tal vez. Después de explorar lo que otros hombres tienen para ofrecer, tal vez vuelva a encontrar atractivo tu particular encanto.
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