Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 561
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Capítulo 561:
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Con voz suave, Cole la llamó: «Liana».
Elliana respondió con indiferencia: «Sr. Evans, ahora estamos divorciados. Por favor, no me llame así. Solo hace que las cosas sean incómodas para los dos».
Cole acercó su silla de ruedas a ella, con la mirada tan suave como su tono. «Sigues muy enfadada conmigo, ¿verdad?».
Elliana mantuvo una expresión tranquila. —Sr. Evans, no nos detengamos en lo que pasó antes. Soy una persona que sabe dejar las cosas atrás. Nos hemos divorciado, así que ahora debemos seguir caminos separados y encontrar nuestra propia paz. Solo he venido hoy porque me interesa investigar la psiquefrenia y me gustaría hablar con usted sobre un tratamiento.
Sus palabras cerraron cualquier posibilidad de que Cole se reconciliara con ella. Ninguna súplica por su parte podría hacerla cambiar de opinión. El día que decidió marcharse, había tomado la decisión de darle una lección, quería que recordara el tipo de persona que era y que nunca volviera a cometer el mismo error. De lo contrario, con tantos años por delante, no había garantía de que no la volviera a dejar de lado cuando se enfrentara a una situación similar. Ser abandonada una vez ya había sido bastante doloroso. No permitiría que volviera a suceder.
Cole estudió su rostro durante un largo momento. —¿Qué tipo de acuerdo tienes en mente?
Elliana metió la mano en el bolso, sacó un expediente y se lo entregó.
Cole tomó el documento y vio que en la parte superior ponía «Acuerdo de tratamiento médico-paciente».
Elliana comentó con firmeza: —Llevo años investigando la psiquefrenia, pero no he tenido ningún caso clínico real en el que poner en práctica mis métodos. Cuando supe que te habían diagnosticado, quise preguntarte si estarías dispuesto a dejarme tratar tu caso. ¿Aceptas?
Sin pensarlo dos veces, Cole respondió: «Sí, acepto». Firmó el acuerdo sin molestarse en leer los detalles.
Elliana no pudo evitar burlarse de él: «Sr. Evans, debería leer todo antes de firmar. ¿Quién sabe? ¡Podría venderlo sin que usted lo supiera!».
Cole se limitó a reír. «Haga lo que quiera». Su risa despreocupada dejaba claro que no creía que ella fuera a hacerlo.
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Con un pequeño puchero, Elliana guardó el acuerdo en su bolso. «Muy bien, entonces ya somos oficialmente médico y paciente. Para comenzar el tratamiento, necesitaré una muestra de sangre».
Cole levantó el brazo y se subió la manga, listo para lo que ella necesitara.
Elliana tomó los materiales necesarios de su botiquín y comenzó a extraerle sangre. Cole permaneció sentado en silencio todo el tiempo, sin apartar la mirada de ella, con una expresión llena de calidez y confianza.
En cuanto sus dedos rozaron su piel, sintió un suave cosquilleo en el pecho. Había creído que nunca volvería a cruzar su camino, y ahora estaban allí, juntos. Los recuerdos bailaban en su mente: momentos de abrazos en el sofá, besos que les dejaban sin aliento. De repente, sintió la boca seca, las mejillas ardientes y notó que el pulso se le aceleraba.
Elliana se mantuvo concentrada en la tarea, completamente absorta en asegurarse de que todo se hiciera correctamente. Cuando terminó, le presionó un algodón en el brazo y le indicó: «Mantén la presión en este punto durante cinco minutos».
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