Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 518
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Capítulo 518:
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Los gritos llegaron a Elliana, que estaba en la sala de estar, haciéndola detenerse a mitad de bocado y fruncir el ceño con irritación.
Heather entró, todavía conteniendo una risa de hacía un momento. Elliana, intrigada, preguntó: «¿Qué es todo ese ruido fuera?». Heather sonrió, apenas conteniendo su diversión. —Hay un niño calvo en la puerta. Dice que es de la familia Evans e insiste en que es tu futuro marido. —
Las comisuras de los labios de Elliana se crisparon con incredulidad. Nunca imaginó que Jeff la encontraría. Echó un vistazo al reloj de pared y vio que se acercaban las diez. Mandar a Jeff de vuelta a esas horas no le parecía bien. Con un suspiro de resignación, se volvió hacia Heather.
—Déjalo entrar por ahora.
Elliana le lanzó una mirada más fría que el hielo. Eso fue suficiente para Heather: cerró los labios y salió apresuradamente.
Afuera, los sollozos de Jeff habían alcanzado su máximo volumen, y lágrimas de barro corrían por su rostro ya sucio. El efecto era más lamentable que feroz: parecía un perro callejero maltrecho.
Heather llamó a Damian: —Elliana quiere que entre.
Como por arte de magia, Jeff dejó de llorar. Sus ojos se iluminaron y una sonrisa se dibujó en su rostro. —¿Ves? ¡Te dije que Elliana no me abandonaría! ¡Vamos, abre la puerta, rubio raro!
Damian frunció los labios y abrió la puerta de hierro.
En un instante, Jeff cogió a su gato, agarró su maleta y cruzó el umbral con energía triunfante.
Damian vio pasar el torbellino y se dispuso a cerrar la puerta. Antes de que pudiera terminar, una figura imponente le bloqueó el paso. Jason había llegado, alzándose imponente a la luz de la luna.
Damian había conocido a Jason en Riverbend, así que, naturalmente, lo reconoció al instante de pie frente a la puerta.
Los recuerdos de aquel encuentro resurgieron: Jason no se parecía en nada a una leyenda. Desaliñado y pálido, apenas parecía digno de la reputación de la familia Evans. Damian incluso había hecho una broma a Heather después: «¿Ese es el famoso jefe de seguridad de la familia Evans? Qué decepción».
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Pero esa noche, la impresión no podía ser más diferente. Aunque Jason aún conservaba las huellas de sus heridas en su postura, todo lo demás en él irradiaba disciplina. Un elegante traje negro le quedaba perfecto, tenía el pelo peinado con cuidado y los hombros rectos. Se mantenía erguido y cada paso denotaba confianza y control.
Aún más llamativa era la máscara de lobo que llevaba Jason, que le ocultaba la mitad del rostro y le confería una autoridad inconfundible. La presencia de la máscara era tan impactante como el propio hombre. Era obvio que había crecido entrenándose, que era un luchador nato. Una vez que recuperara por completo la fuerza, sería un adversario al que nadie querría enfrentarse.
—¿Quién eres tú? —preguntó Damian, fingiendo ignorancia, aunque ya sabía la respuesta.
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