Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 497
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Capítulo 497:
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Los guardaespaldas se quedaron allí, derrotados, con los hombros caídos y la cabeza gacha por la vergüenza. Habían apostado por Carter y Clarence, convencidos de que ponerse del lado del próximo jefe de la familia les reportaría fortuna. Pero la apuesta había fallado y ahora no tenían nada que mostrar a cambio. El peso de su error se hizo evidente y el dolor de las consecuencias los acompañaría para siempre. La próxima vez que aceptaran un trabajo, este momento los perseguiría como una lección que no se atreverían a olvidar.
El arrepentimiento pesaba sobre los guardaespaldas, pero su lamentación se vio interrumpida por la orden penetrante de Cole. «Pongan a todos en la lista negra del negocio de la seguridad. Corre la voz: cualquiera que contrate a estos hombres tendrá que responder ante mí».
La esperanza se evaporó en ese mismo instante. Ofender a Cole significaba que sus carreras habían terminado antes incluso de empezar.
Los gritos de desesperación llenaron la sala. «¡Sr. Evans, por favor, hemos cometido un error! ¡Dénos una oportunidad para redimirnos!».
«Sr. Evans, por favor, ¡se lo suplicamos! ¡No nos destruya por completo!». Los guardaespaldas suplicaron con todas sus fuerzas, con la voz cargada de desesperación. Pero para Cole no eran más que ruido de fondo, y en sus ojos no había ni una pizca de compasión.
Paulina, que nunca toleraba a los que hacían perder el tiempo, se adelantó con su gente. «Basta. Fuera, todos. ¡No dejen que el Sr. Evans vuelva a ver sus caras!».
Derrotados y desesperados, los guardaespaldas salieron arrastrando los pies de la habitación con nada más que el arrepentimiento como compañía.
Una extraña quietud se apoderó de la sala cuando desapareció el último de ellos, aunque la tensión seguía flotando en el aire como una nube de tormenta. Nadie pasó por alto la advertencia que habían enviado las acciones de Cole. El miedo en la sala era evidente. Su mensaje había quedado claro: haría lo que fuera para proteger a Elliana. Con Cole como su incondicional protector, nadie en su sano juicio se atrevería a cruzarse en su camino.
Con los ojos muy abiertos, Irene se acurrucó detrás de Bertram, rezando para que Cole no la eligiera a ella a continuación.
Mientras tanto, Elliana comprendía lo que esto significaba. Cole, a pesar de su frágil estado, se había obligado a aparecer, todo por ella. Una suave calidez floreció en su pecho, envolviéndola en una suave mezcla de gratitud y tranquilo afecto. ¿Realmente se había obligado a despertar solo para defenderla? La idea le hizo latir el corazón con fuerza.
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Cuando Cole decidió imponer un castigo severo a Carter y Clarence, Rubén no intervino para detenerlo.
Carter era el hermano menor de Rubén y, hasta ahora, Rubén había evitado tomar medidas drásticas contra él. Pero todo cambió cuando Carter se ensañó con Elliana. La ira de Cole estalló y Rubén decidió limitarse a observar en silencio mientras Carter y Clarence afrontaban las consecuencias.
Bertram y Emmanuel, sorprendidos por la rapidez con la que se desarrollaron los acontecimientos, se guardaron su conmoción para sí mismos. Ninguno de los dos intentó desafiar la autoridad de Cole. Su disposición a aceptar sus decisiones se debía a las indudables capacidades de Cole, que les inspiraban respeto. Tenía una autoridad y una determinación que ninguno de ellos podía igualar, lo que le convertía en la elección natural para liderar la familia Evans. Un escalofrío recorrió la habitación cuando Cole miró a su alrededor, con el rostro impenetrable. «¿Alguien quiere decir algo?».
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