Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 462
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Capítulo 462:
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La ayuda llegó al instante. El resto de la banda de Daniel se acercó con sonrisas maliciosas, rodeando a Jason y a sus maltrechos aliados.
Jason y los demás no dudaron ni un instante. A pesar de sus heridas, todos se lanzaron hacia delante para enfrentarse a la amenaza. Pero las probabilidades estaban en su contra.
Contra ellos, el equipo de Daniel luchó como una manada de lobos. En cuestión de segundos, Jason y su grupo fueron abrumados, y los cuerpos cayeron al suelo uno tras otro.
Nadie del bando de Cole quedó en pie. La gente de Daniel se reunió en la entrada de la cabaña y entrecerraron los ojos al ver a Cole, maltrecho, tendido en un sofá.
Sin decir una palabra, la mano derecha de Daniel deslizó una pistola de su cinturón y apuntó a la frente de Cole. —Así que este es el jefe de la familia Evans del que todo el mundo habla. Se merece al menos un disparo, ¿no crees?
La mano derecha de Daniel, Andre Rayne, era otro maníaco sediento de sangre. Mantuvo la pistola firme, imaginando el desastre que haría con el cráneo de Cole.
En su mente, la sangre salpicaba el suelo y había trozos de huesos y materia gris esparcidos por todas partes. Cuanto más sangrienta era la visión, más le emocionaba. Andre casi apretó el gatillo cuando la mujer del vestido azul entró en su campo de visión. Sus caderas se movían con un ritmo ensayado. —Andre, cariño, déjame probar con Cole antes de que acabes con él. Un hombre tan guapo no debería desperdiciarse.
Que sirva para algo antes de morir, ¿no?».
«Ja, ja». La banda de Daniel estalló en carcajadas, y sus voces resonaron en la habitación.
Andre frunció los labios con disgusto y la empujó a un lado. «¡Fuera de mi vista!». No perdió tiempo y volvió a apuntar. Esta vez, su mira se alineó perfectamente con la frente de Cole. Apretó el gatillo.
Se oyó un disparo. Pero el estruendo que rasgó el aire no provenía de su arma. Venía de arriba.
Una bala atravesó la sien izquierda de Andre y le salió por la derecha, destrozándole el hueso a su paso. La sangre brotó al instante y trozos de cerebro se derramaron por el suelo. Su cuerpo se derrumbó y cayó al suelo. Incluso muerto, su dedo se negaba a soltar el gatillo.
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«¿Quién está ahí arriba?», gritó Daniel, poniéndose en pie a toda prisa. El miedo le quitó todo el color de la cara.
Sus subordinados se dispersaron hacia atrás. Las risas se apagaron al instante. El pánico se apoderó de sus rostros mientras buscaban desesperadamente en cada sombra, pero el francotirador seguía invisible. Un miedo frío se apoderó de ellos, aumentando la tensión hasta que se apretó sobre todos los presentes en la habitación. Todos lo sabían: un movimiento descuidado podría convertirlos en el próximo objetivo. Este no era un enemigo cualquiera.
Estos agentes de Phantom Mercenaries eran de élite. Pero alguien había conseguido acabar con el subordinado de mayor confianza de Daniel con un solo disparo limpio, sin previo aviso y sin dejar rastro. No saber de dónde había venido la bala les hacía temblar. Solo podían llegar a una conclusión: se habían topado con una pesadilla viviente.
Daniel frunció el ceño y apretó la mandíbula mientras intentaba recuperar el control. —¿Quién está ahí fuera? ¡Salid de ahí, donde pueda veros!», gritó, forzando su voz para que sonara audaz.
Sus palabras apenas habían terminado de resonar cuando un suave zumbido mecánico se hizo eco en lo alto. Un pequeño dron descendió con elegancia, cogiendo a todos por sorpresa.
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