Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 40
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 40:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
«Elliana, no creas que eres intocable solo porque el abuelo te protege. No eres más que una basura… ¡Ay!». Antes de que Jeff pudiera terminar, una galleta salió volando de la nada, golpeándole directamente en la boca y tirándolo de la silla con un grito.
Todos se quedaron paralizados, con la boca abierta.
Humillado, Jeff se levantó del suelo y miró a Elliana con ira. —¿Qué derecho tienes a tirarme cosas?
Elliana dio un sorbo lento a su leche. —Vuelve a hablar mal de mí y te arrepentirás.
—¡Tú! —Jeff se arremangó, dispuesto a pelear, pero al mirar su asiento se detuvo. «Ya no te duele y te olvidas de la lección, ¿eh? ¡Te mereces una paliza de tu prima política!».
Una vez que se deshizo de Jeff, Elliana volvió a su desayuno, sin mirar a Trinity.
Trinity se retorció, sonrojada por la vergüenza. Se juró a sí misma que, en cuanto salieran los resultados del SAT, pondría a Elliana en su sitio.
Después del desayuno, Elliana se subió al coche de Cole para ir al colegio.
Trinity estaba deseando ir con ellos, pero le daba demasiado miedo pedirlo. Cole era obsesivo con la limpieza y nunca dejaba que otra mujer se subiera a su coche. Lanzó una mirada envidiosa a Elliana, maldiciendo por dentro. ¿Cómo había tenido tanta suerte esa chica tan poco agraciada para subirse al coche de Cole?
En la puerta del colegio, Elliana le dio las gracias a Cole, cogió su bolso y empezó a salir del coche, pero él la agarró de la muñeca. Ella se giró, esperando que le diera ánimos, pero en lugar de eso, él le dijo: «No te olvides de nuestro trato. Cuando termines los exámenes, piensa bien la respuesta que me vas a dar».
Elliana se quedó sin palabras. ¿No debería decirle que mantuviera la calma durante el examen, que no se asustara y que revisara dos veces su trabajo? No, lo único que le importaba eran sus propios deseos, como si los exámenes SAT, tan importantes para su abuelo, fueran solo una minucia. ¡Ni siquiera le preocupaba que ella suspendiera y le hiciera perder 100 000 dólares!
—Está bien —dijo ella con tono seco, y salió del coche.
Los dos días siguientes transcurrieron sin incidentes para Elliana: exámenes agotadores durante el día y relax en casa de los Evans por la noche.
Descúbrelo ahora en ɴσνєℓα𝓼4ƒαɴ.c○𝓂 para más emoción
Por la tarde del segundo día, había tomado una decisión sobre la pregunta de Cole. No podía decir que sí. El consejo que le había dado su madre años atrás resonaba en su cabeza, insinuando que había una fuerza invisible detrás de aquel fatídico incendio, que movía los hilos de su destino y el de su madre. Tenía que encontrar al titiritero y desentrañar la verdad, o nunca encontraría a su madre. Con tanto en juego, enredarse en un romance solo la ralentizaría. Cole era un buen partido, encantador y tentador, pero tenía que dejarlo pasar.
Su única razón para quedarse con la familia Evans era investigar el misterio de ese certificado de matrimonio. Más allá de ese trozo de papel, ella y Cole no tenían nada.
Una vez tomada la decisión, respiró hondo y salió por la puerta de la escuela.
Cole no estaba allí para recogerla como el día anterior. En su lugar, Paulina la estaba esperando.
Al ver a Elliana, Paulina le dedicó una cálida sonrisa y le abrió la puerta del coche. «La señora Evans, el señor Evans se ha visto envuelto en una reunión de emergencia, así que me ha enviado a buscarla».
Elliana asintió y se subió al coche.
Hugh, de nuevo al volante, le lanzó una mirada gélida, sin molestarse en saludarla.
Elliana había notado su actitud la última vez que la llevó a la fiesta de compromiso de Paige. Estaba claro que le tenía manía. Fue directa al grano. —¿Tienes algún problema conmigo?
—Sí —respondió Hugh sin andarse con rodeos.
—¿Porque no soy guapa?
«Ser poco agraciada no es culpa tuya, pero ser poco agraciada y no saber cuál es tu lugar, eso sí es culpa tuya. El Sr. Evans, con su talento, su aspecto y su familia, se merece a alguien de su nivel. ¿Qué te hace pensar que puedes engancharte a él?».
En ese momento, Paulina se metió en medio y espetó: «Hugh, ¡no le hables así a la Sra. Evans!».
Hugh se calló, claramente intimidado por su hermana mayor, pero su cuello rígido gritaba que no iba a ceder.
Elliana sonrió con aire burlón. —Tranquilo, no me voy a pegar al Sr. Evans.
Paulina abrió mucho los ojos, preocupada. —Sra. Evans, no deje que este idiota la moleste.
Paulina quería decir algo más, pero el teléfono de Elliana vibró, interrumpiéndola.
Elliana miró la pantalla, vio el nombre de Kiara y contestó. —¿Hola?
La voz de Kiara rezumaba suficiencia. —Elliana, ¿crees que puedes eclipsar a Paige con un título vacío? ¡Sigue soñando! Paige ha vuelto con fuerza y es imparable. Prepárate para estrellarte y quemarte, ¡esta vez vas a caer para siempre! —Con eso, Kiara colgó.
Los labios de Elliana se curvaron en una sonrisa de complicidad. Esa llamada era un grito de guerra. No había estado al tanto de la familia Jones en los últimos dos días, así que no tenía ni idea de cómo Paige había organizado este gran regreso.
Curiosa, abrió las redes sociales de Paige y lo vio. Paige había hecho algo que tenía a toda la ciudad en vilo.
.
.
.