Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 389
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Capítulo 389:
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Durante años, Trinity había perfeccionado el papel de la chica buena, construyendo una personalidad inmaculada y disfrutando del brillo de su afecto. Pero con solo unos pocos comentarios hirientes, Hailee había despojado su fachada, esparciendo sus esfuerzos minuciosos como cenizas al viento. El pánico se apoderó de ella: no podía permitir que todo se desmoronara ahora. No podía permitir que la reputación impecable que había trabajado tan duro para mantener ante sus ojos se derrumbara, no así.
Al borde del abismo, Trinity se obligó a mantenerse erguida, con todos sus instintos instándola a contraatacar, a refutar las afirmaciones de Hailee con veneno y negación. Sin embargo, cuando su mirada se posó en la expresión de Merlin, toda su furia se desvaneció, se apagó en un instante. Sabía muy bien que no debía cruzarse en el camino de Merlin.
Hailee no había dicho más que la verdad. Y con Merlín presente, incluso si las palabras de Hailee hubieran sido pura invención, Trinity entendía que no tendría más remedio que inclinar la cabeza y asumir la culpa. Protestar ahora solo arrastraría a toda la familia Craig con ella. Los ojos de Trinity se enrojecieron y se llenaron de lágrimas. Apretó los párpados durante un momento, luchando por mantener la compostura, luego parpadeó para contener las lágrimas y logró otra disculpa, con la voz temblorosa por la sinceridad. «Lo siento, señorita Loftus. Sé que me he equivocado. De verdad».
Hailee se plantó frente a Trinity, irradiando una calma inquebrantable. Ni una sola emoción se reflejó en sus ojos, y sus labios esbozaron una leve sonrisa gélida. «Señorita Craig, espero sinceramente que a partir de ahora empiece a comportarse como una persona decente», respondió con voz suave pero teñida de un desprecio inconfundible.
Aunque las palabras fueron pronunciadas en voz baja, su impacto fue más profundo que cualquier cosa que hubiera dicho antes. Delante de todos, acababa de reducir a Trinity a algo menos que decente.
Un dolor agudo y desgarrador atravesó el pecho de Trinity. ¿Seguiría la familia Evans aceptándola después de la vergüenza de esa noche? ¿Le quedaba alguna esperanza de casarse con alguien de esa familia? Hailee había destrozado la imagen que había construido con tanto cuidado. La amargura hería en su interior. Odiaba a Hailee, la mujer de origen humilde que se negaba a mostrar ni una pizca de clemencia incluso después de haberla destrozado.
Aun así, la rabia dio paso a la fría necesidad. Trinity inclinó la cabeza, con la voz temblorosa. —Gracias por su consejo, señorita Loftus.
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Las lágrimas caían por el rostro de Trinity, borrando los últimos restos de su orgullo. Mientras lloraba, miró de reojo a Lance. ¿Qué estaría pasando por su mente en ese momento? Después de todo, él la había adorado sin reservas.
Lance frunció el ceño, con la mirada fija en ella y una expresión de sorpresa y decepción que le clavó el cuchillo aún más hondo.
Devastada, Trinity apartó la mirada de él y buscó a Jason. ¿Acaso el estimado segundo hijo de la familia Evans también la veía como una patética? ¿Qué juicio se reflejaba en sus ojos?
Jason, con la mitad del rostro oculto por la máscara, bajó la mirada y mantuvo el rostro impasible, sin revelar nada.
Trinity apartó la mirada de él, con la ansiedad arañándole el pecho. Jason era simplemente indescifrable: su silencio era impenetrable, sus pensamientos, una caja negra.
Mientras Hailee y Trinity intercambiaban palabras tensas, Elliana permaneció al margen, observando en silencio el espectáculo.
Al ver a Trinity desmoronarse sin esperanza de redención, Elliana animó a Hailee en su corazón. Por fin, Hailee había encontrado la fuerza que se escondía tras su dulzura: su compasión ahora estaba bordeada de determinación.
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