Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 377
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Capítulo 377:
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Lucas y los guardaespaldas que se encontraban cerca luchaban valientemente por no reírse a carcajadas, con el rostro contorsionado por el esfuerzo de reprimirse. Nunca antes habían visto a su formidable jefe reducido a intentos tan patéticos de seducir, solo para conseguir exactamente el efecto contrario.
Mientras Briggs mantenía su fachada cortés, su monólogo interior se desataba con especulaciones. ¿Qué le pasaba exactamente a este excéntrico millonario que conducía un Bentley? ¿Por qué seguía lanzando esas sonrisas inquietantes a un simple anciano?
Esa sonrisa incómoda, casi depredadora, le heló la sangre a Briggs. Pensamientos oscuros se colaron en su mente: tal vez este hombre poderoso albergaba preferencias inusuales por los caballeros mayores. Pero la lógica rápidamente descartó la idea. Si ese fuera el caso, seguramente alguien de la talla de Merlín tendría acceso a opciones más refinadas que un humilde propietario de restaurante.
Tras una larga deliberación mental, Briggs llegó a la única conclusión razonable: Merlín había perdido completamente la cabeza.
Mientras tanto, Hailee seguía ajena a la comedia de errores que se desarrollaba en el comedor mientras trabajaba diligentemente en la cocina. Las preguntas se arremolinaban en su mente como hojas otoñales en una tormenta. ¿Qué había traído realmente a Merlin allí esa noche? Seguramente no había cruzado la ciudad solo para probar su espagueti. Un hombre de su clase podía permitirse la mejor cocina del mundo, ¿por qué se rebajaba a visitar un establecimiento tan modesto?
La incómoda idea comenzó a cristalizarse en su mente. ¿Había venido por ella? La ansiedad inundó su cuerpo como agua helada por sus venas. Si le volvía a pedir que fuera su mujer, su respuesta seguiría siendo la misma. Había jurado solemnemente no volver a involucrarse con hombres ricos. Ni con hombres ricos, ni con ningún hombre. Boris le había arrancado un pedazo del alma cuando la traicionó, dejándole una herida que se negaba a cicatrizar. El amor se había convertido en un concepto ajeno, el matrimonio en una imposibilidad. Había construido muros alrededor de su corazón que ningún hombre volvería a derribar. La única garantía contra el desamor era el aislamiento emocional total.
Entonces, el miedo se apoderó de ella. ¿Y si su rechazo desataba la furia de Merlín? ¿Y si la humillación lo convertía en algo peligroso? Si se atrevía a obligarla a obedecer, ella lucharía con todas sus fuerzas, aunque la idea de que su padre se convirtiera en una víctima colateral de tal enfrentamiento la aterrorizaba más allá de lo imaginable.
La espiral de preocupación consumió sus pensamientos hasta que no pudo soportarlo más. Sus dedos temblorosos encontraron el teléfono y marcó el número de Elliana con desesperada urgencia.
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La conexión se activó casi al instante y la melodiosa voz de Elliana flotó a través del altavoz. —Hailee, querida, ¿qué pasa? —Hailee apretó el teléfono contra su oído y bajó la voz hasta casi un susurro para no ser descubierta.
—Elliana, Merlín acaba de entrar en el restaurante de mi padre para comer espaguetis. —Ya lo sé —respondió Elliana con sorprendente compostura. La confusión se apoderó del rostro de Hailee.
«¿Cómo es posible que lo sepas? ¿Te lo ha dicho él?».
La suave risa de Elliana resonó en el teléfono mientras le explicaba toda la situación, y su explicación culminó con palabras tranquilizadoras. «Ya puedes respirar tranquila, cariño. Merlín no tiene intención de hacerte daño. Está allí para ayudarte a recuperar tu dignidad delante de la familia Craig».
El alivio inundó a Hailee como un maremoto. Tras colgar, miró con cautela hacia el comedor, con el corazón latiéndole con fuerza contra el pecho como un pájaro enjaulado. Nunca había imaginado que Merlín urdiría un plan tan elaborado en su nombre. La comprensión la golpeó con incómodas claridad, a pesar de su
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