Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 327
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Capítulo 327:
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Solo pensar en River iluminaba el rostro de Lance.
River era una leyenda en el mundo de la IA. En la universidad, Lance había admirado a River más que a nadie. Sus profesores, sus compañeros mayores… todos veían a River como un genio. River era el dios de la investigación en IA a sus ojos.
Pero River era difícil de alcanzar, como una estrella en el cielo. Lance, aún joven en el campo, nunca tuvo la oportunidad de conocerlo. Si alguna vez lo hiciera, daría cualquier cosa por tener una sola conversación con él. Si River lo aceptara como protegido, sería el mayor honor de su vida.
Con ese pensamiento, Lance suspiró profundamente y salió de la cafetería.
Tras terminar su enfrentamiento con Lance, Elliana subió las escaleras en busca de Cole. Había enviado a Cole a propósito para darle a Lance la oportunidad de enfrentarse a ella. Ahora que ya estaba hecho, era hora de seguir adelante con su plan. Primero, tenía que dormir a Cole. Mientras él dormía, ella aprovecharía el tiempo para acercarse a Wesley e infiltrarse en la red del Grupo Evans. Con sus planes en marcha, tomó el ascensor privado del director general y se dirigió directamente a su oficina.
Cole estaba detrás de su escritorio, revisando algunos documentos. Levantó la vista, sorprendido de verla volver tan pronto. «¿No dijiste que ibas a dar un paseo? ¿Por qué has vuelto ya?».
Elliana respondió dulcemente: «Porque te echaba de menos. No podía disfrutar de las vistas. Solo podía pensar en ti, así que volví corriendo».
Se acercó, se sentó en su regazo y le rodeó el cuello con los brazos. «Eres el hombre más guapo que he visto nunca. Tan encantador, tan irresistible. Podría pasarme todo el día mirándote».
Cole ya estaba acostumbrado a sus palabras dulces. Sonrió y le rodeó la cintura con un brazo. «Pues mira todo lo que quieras. No me voy a mover de aquí».
Elliana se acurrucó contra él y le tiró juguetonamente del cuello de la camisa. Su voz se volvió suave y tierna. —Sería perfecto si te echases una siesta conmigo.
Cole no lo dudó. —Tus deseos son órdenes.
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Antes de que ella pudiera reaccionar, la cogió en brazos y se dirigió hacia el salón.
Elliana entró en pánico. —¡Bájame! Todavía te estás recuperando del brazo. No deberías llevarme».
Cole no dijo nada. Simplemente la llevó al salón y la acostó con delicadeza sobre la suave cama, colocándose encima de ella.
Elliana no pudo articular palabra antes de que una tormenta de besos se abatiera sobre su rostro. Su plan era sencillo: seducir a Cole con palabras dulces hasta que se quedara dormido y luego escabullirse. Pero ¿quién iba a imaginar que era tan fácil de conquistar? Unas pocas palabras cariñosas y ya le estaba pidiendo besos. Y una vez que empezó, no había quien lo parara.
A plena luz del día, sus besos profundos y prolongados la dejaron sin aliento. Y pronto, las cosas se calentaron definitivamente.
—Cariño, deberías descansar un poco —dijo Elliana, tratando de frenarlo.
Cole dejó de besarla, pero se quedó encima de ella. Le acarició el cuello con la nariz y dejó escapar un gemido. —Cariño, ¿cuándo podemos ir más allá, eh? Ella lo miró, leyendo la frustración en su rostro. Era evidente que estaba conteniendo su ardiente deseo. Eligiendo cuidadosamente sus palabras, murmuró: —Es que no estoy acostumbrada a precipitarme.
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