Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 316
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Capítulo 316:
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Cole meditaba en el sofá, con la mirada tormentosa e inflexible. Agarrado a un largo látigo, parecía irradiar una energía gélida y sofocante que hacía que todos los sirvientes se dispersaran como hojas en una tormenta.
Myles, Aron y Hugh permanecían rígidos a un lado, sin atreverse apenas a respirar.
El salón se había sumido en un silencio sepulcral, cargado de tensión.
De repente, Elliana irrumpió en escena como un rayo. Ignorando las miradas inquietas, se abalanzó sobre Cole y, sin dudarlo, se arrojó a sus brazos. —Coley, mi amor, ¡te he echado tanto de menos! ¡Dame esa cara tan guapa, necesito unos besos! —declaró con un tono rebosante de dulzura juguetona.
Antes de que Cole pudiera reaccionar, Elliana le agarró las mejillas con ambas manos y le llenó de besos cada centímetro de la cara: la frente, los párpados, la nariz, los labios y la mandíbula.
Paulina y Barney entraron justo a tiempo para presenciar el espectáculo; ambos se quedaron paralizados, con los ojos muy abiertos y la incredulidad pintada en el rostro.
Myles, Aron y Hugh solo podían mirar boquiabiertos, con la mandíbula prácticamente desencajada.
Elliana se arrodilló audazmente en el sofá y, manteniendo el otro pie anclado en el suelo, acorraló a Cole, inclinándose sobre él con el aire arrogante de una directora ejecutiva dueña del lugar. Su confianza era absoluta, desafiando a cualquiera que se atreviera a cuestionar su autoridad.
—Coley, pensé en ti cada minuto que estuve fuera —bromeó Elliana, pasando por alto la tensión como si nada hubiera pasado—. ¿Me echaste de menos?
Cole le lanzó una mirada herida, con los ojos oscuros y acusadores. —¿Por qué has vuelto tan tarde?
Con una sonrisa pícara, Elliana se encogió de hombros, con la mirada brillante y juguetona. —Vamos, Coley. Claro que una buena esposa mima a su hombre, pero no puedo dejar que toda mi vida gire en torno a ti. También tengo que pasar tiempo con mis amigos, mantener un poco de libertad, ¿no?«
Se inclinó y presionó sus labios firmemente contra los de él. «Siento haberte hecho esperar, mi amor. No te enfades, ¿vale?
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Todos los presentes en la sala contuvieron la respiración, con los ojos clavados en Cole, esperando a ver si explotaba o lo dejaba pasar.
Para su sorpresa, la expresión fría de Cole se derritió en el momento en que Elliana lo besó. La tormenta en su mirada se desvaneció, sustituida por una rara calidez que suavizó todos sus rasgos.
Todos estaban atónitos. ¿De verdad Elliana había apaciguado a Cole así, sin más? Hacía solo unos momentos, él era todo fuego y truenos, pero ahora ella lo tenía completamente encantado, como si hubiera chasqueado los dedos y la tormenta que había dentro de él se hubiera disipado.
A Cole no le importaban los espectadores. Se humedeció los labios donde los había rozado el beso de Elliana, con una sonrisa perezosa en los labios. —Espaguetis con salsa marinara, ¿eh? ¿Eso es lo que has cenado esta noche?
—Mm-hm —asintió Elliana, todavía sentada en su regazo—. ¿Estaba bueno?
—Le lanzó una mirada ardiente, con la voz ronca por el deseo—.
«Podría haber tenido más sabor. No pude saborearlo bien. ¿Crees que esta vez me dejarás probarlo de verdad?».
Elliana se limitó a reír suavemente y le dio otro beso en los labios, lento, seguro e increíblemente dulce.
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