Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 312
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Capítulo 312:
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Demasiado asustada incluso para gemir, Hester se encogió sobre sí misma.
Lucas miró a Hester con una sonrisa que brillaba con una calidez falsa y volvió a extender el jarrón. —Señorita Sampson —dijo en un tono meloso—. ¿Sería tan amable de completar su actuación?
Esa sonrisa encantadora era más afilada que un cuchillo recubierto de azúcar. Bajo su refinada apariencia, Lucas era tan peligroso como parecía. En ese momento escalofriante, todos los presentes comprendieron algo con aterradora claridad: nadie en el entorno de Merlín debía cruzarse en su camino.
Nadie se atrevió a defender a Hester. Incluso ella sabía que resistirse solo empeoraría las cosas. Temblando de miedo, alcanzó el jarrón y se lo puso contra la frente. El dolor en el cráneo aún no había llegado cuando ya había comenzado el dolor en el pecho. Tras una breve vacilación y dos respiraciones temblorosas, apretó los ojos con fuerza y se golpeó la cabeza con el jarrón.
¡Bang! Los fragmentos salieron disparados por todas partes. Hester se derrumbó al instante, inconsciente. Una profunda herida en la cabeza comenzó a sangrar sobre el brillante suelo.
Nadie acudió en su ayuda. El salón de banquetes permaneció en un silencio inquietante, como si el aire se hubiera congelado. Todos miraron con cautela hacia Merlín. Siempre habían circulado rumores sobre su corazón frío y su temperamento irascible, pero ese momento hizo que esos rumores parecieran terriblemente reales. Un pensamiento común se extendió entre la multitud: era más seguro provocar a un monstruo que desafiar a Merlín.
En ese preciso instante, las puertas del salón de banquetes se abrieron de nuevo, dejando al descubierto a varios agentes de policía uniformados. Tras realizar una rápida investigación, detuvieron a Boris, Dunn y Hester, junto con el personal médico que había ayudado a falsificar los documentos.
Presa del pánico, Murray alzó la voz y gritó a los agentes: «¡Yo no sabía nada! ¡Nuestro hospital no ha hecho nada malo!».
Ninguno de los agentes hizo caso de su defensa. Uno de ellos le entregó un aviso oficial. «Debido a graves infracciones penales cometidas por empleados del Hospital Skyflower, todas las operaciones deben cesar inmediatamente hasta nuevo aviso».
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Una vez que las autoridades se marcharon, Murray se desplomó en una silla, con el rostro pálido.
Bonnie perdió el conocimiento y tuvieron que sacarla en camilla.
Norwood y Joslyn permanecieron inmóviles, demasiado conmocionados para emitir un sonido o moverse.
Solo unos minutos antes, Trinity había estado disfrutando de la atención de todos los presentes. Ahora estaba sola, abandonada por las mismas personas que habían estado pendientes de cada una de sus palabras. Nadie quería verse envuelto en el escándalo. El rápido giro de los acontecimientos la hizo apretar los dientes con rabia. Lanzó una mirada venenosa a Elliana, que ni siquiera se molestó en mirar en su dirección.
Merlín se acercó a Hailee y le preguntó con voz suave: —¿Te vas? Puedo llevarte.
A pesar de que él la había defendido, Hailee no podía quitarse de la cabeza la incomodidad que le provocaba su carácter violento. Su cuerpo reaccionó antes de que su mente pudiera reaccionar, retrocediendo dos pasos mientras lo observaba con cautela.
Merlín frunció el ceño. ¿Por qué volvía a retroceder ante él? Su valentía era impredecible, oscilando entre una feroz rebeldía y una repentina fragilidad, como si incluso un suspiro inofensivo por su parte pudiera hacerla derrumbarse. Eso le fascinaba.
Bajo su implacable mirada, Hailee sintió una oleada de inquietud y balbuceó: «Te lo agradezco, pero… iré con Elliana». Merlín dirigió su atención hacia Elliana.
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