Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 289
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Capítulo 289:
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«¿Que lo deje pasar? ¿Se supone que debo dejar que Elliana se salga con la suya?», espetó Bonnie con palabras duras y amargas.
Con mano firme, Trinity le dio una palmadita en los dedos a su abuela. —Relájate, abuela. No voy a dejarla salirse con la suya. Se va a arrepentir de esto.
Al ver que Bonnie respiraba con dificultad, Trinity rápidamente tomó un vaso y se lo puso en la mano.
La voz de Trinity se bajó, pero sus palabras fueron tajantes. —Cuando lleguen los resultados del SAT, estaré en lo más alto de la clasificación de Ublento. Mi nombre irá directamente a la lista de admitidos de la Universidad Médica de Ublento, con una beca completa, la tutoría del Dr. Atkinson, todo. Y cuando eso suceda, tendré muchas maneras de poner a Elliana en su lugar.
Al oír eso, algo cambió en los ojos de Bonnie. La tensión de sus hombros comenzó a disminuir. Apretó con fuerza la mano de Trinity, con la voz cargada de emoción. —Siempre has sido excepcional. Desde que eras pequeña, supe que serías la que llevaría adelante el nombre de los Craig. Necesitamos que recuperes todo lo que hemos perdido. Quiero que te cases con alguien de la familia Evans y te hagas con el legado de los Evans…
—Matriarca.
—No he perdido de vista ese objetivo —respondió Trinity con tono firme—. Puedes contar conmigo.
Bonnie asintió con orgullo y su expresión se tornó satisfecha. —Cuando se publiquen las notas y seas la protegida del doctor Atkinson, será nuestro momento. Organizaré una gran celebración y Elliana estará en primera fila, para verte triunfar mientras se muere de envidia».
Los ojos de Trinity se iluminaron, con la ambición ardiendo bajo la superficie. Ya se lo imaginaba: los aplausos, la admiración, la victoria. Esa visión no parecía lejana. El tiempo de Elliana en la cima se estaba acabando rápidamente.
En ese momento, la música comenzó a sonar y se extendió por todo el recinto.
En el escenario, apareció el maestro de ceremonias con un micrófono en la mano y su voz resonó en toda la sala. —Damas y caballeros, ¡ha llegado el momento! ¡Demos la bienvenida a los héroes de hoy!
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Cuando resonó la última palabra, las grandes puertas se abrieron con una sincronización perfecta.
Niñas vestidas de blanco esparcieron pétalos de rosa por la alfombra, despejando el camino para que Hester y Boris avanzaran cogidos del brazo. Los aplausos llenaron el espacio mientras los invitados se inclinaban a ambos lados del pasillo, ofreciendo vítores y buenos deseos.
Sin perder el ritmo, Elliana sacó su teléfono. Sus dedos volaron por la pantalla mientras enviaba un breve mensaje a Hailee: «Prepárate. Tu momento está a punto de comenzar».
Sentada en la parte trasera del coche, Hailee sentía cómo el corazón le latía con fuerza contra las costillas, con la mente adelantándose a lo que le esperaba dentro.
Procedente de un entorno normal, nunca había pisado un evento de la alta sociedad, y mucho menos había planeado causar revuelo. Los nervios eran inevitables.
En ese momento, su teléfono vibró, sacándola de sus pensamientos. Lo cogió al instante. El mensaje era de Elliana. Después de leerlo rápidamente, exhaló lentamente y se volvió hacia Paulina, que estaba en el asiento delantero. «Voy a entrar».
Paulina miró a la chica del llamativo vestido rojo y le dedicó una sonrisa amable. «¿Quieres que te acompañe?».
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