Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 273
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Capítulo 273:
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Hailee bajó corriendo los escalones, con lágrimas corriendo por sus mejillas. La revelación de Elliana había destrozado su compostura, haciendo que sus emociones se desbocaran. Estaba dividida: una parte de ella ansiaba enfrentarse a Boris y exigirle respuestas, mientras que la otra estaba paralizada por la preocupación por la seguridad de su padre. Al final, se mordió la lengua y optó por el silencio en lugar de una tormenta.
Pero hacía solo unos momentos, justo fuera de esa habitación privada, había sido testigo de cómo Boris hablaba de jugar con ella sin una pizca de vergüenza o gratitud por sus sacrificios durante todo un año. La furia que se acumulaba en su interior casi la había llevado al límite: estaba a punto de irrumpir y hacer algo imprudente. Si no hubiera dado media vuelta y echado a correr, podría haberse visto envuelta en una trama demasiado peligrosa como para escapar.
Con un último atisbo de cordura, supo que no podía permitirse caer con un hombre como Boris. No cuando su padre aún la necesitaba. Así que, para evitar cruzar una línea que no podría volver atrás, echó a correr.
Elliana no la persiguió inmediatamente. Se quedó quieta un momento, dejando que Hailee se alejara. Después de todo, Hailee necesitaba espacio para calmarse.
Al doblar la esquina de las escaleras, Hailee chocó de frente con alguien. Sus ojos nublados por las lágrimas no pudieron distinguir su rostro, solo su imponente figura y el frío que lo envolvía como una segunda piel. Fuera quien fuera, irradiaba un aire de «no te metas conmigo» y estaba claro que no le había gustado el choque.
Pero Hailee, sumida en la angustia, apenas se dio cuenta. Murmuró una rápida disculpa y siguió adelante, desapareciendo por el siguiente tramo de escaleras. No miró atrás. No vio su rostro.
Sin embargo, el destino tenía un extraño sentido de la oportunidad: era Merlin. El golpe de alguien que chocaba contra él le hizo fruncir el ceño con irritación. Odiaba que lo tocaran sin avisar. Pero cuando se volvió para regañar a la persona torpe, el reconocimiento lo golpeó como un puñetazo. Era Hailee. La misma mujer que le había hincado los dientes en la muñeca, dejándole una cicatriz que aún no había desaparecido del todo. La misma mujer que lo había rechazado de plano, diciendo que ya tenía novio. La misma mujer que lo atormentaba con un dolor silencioso cada vez que la recordaba. ¿Qué probabilidades había de encontrarse con ella aquí?
Abrió la boca para hablar, pero las palabras se le atragantaron al ver su rostro: ojos enrojecidos, mejillas bañadas en lágrimas, dolor grabado en cada rasgo. Ni siquiera le dedicó…
Las palabras se le atascaron en la garganta. Fuera lo que fuera lo que hubiera pasado, la había destrozado.
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Antes de que pudiera entenderlo, se había ido, dejando atrás una disculpa.
Merlín se quedó paralizado, mirándola, con la mente dando vueltas. Entonces, Elliana bajó las escaleras. —¿Has venido aquí con Hailee? —preguntó, sorprendentemente educado, dado que normalmente no iniciaba una conversación con ella.
Elliana no se detuvo. Asintió con la cabeza, con los ojos fríos, y pasó junto a él sin decir una palabra.
Merlín la vio marcharse. Luego, tras dudar un momento, la siguió. Mantuvo la distancia, con cuidado de que no lo viera.
Cuando Hailee salió corriendo del Royal Club, no se detuvo. Corrió hasta que las piernas le fallaron, con los pulmones ardiendo y el corazón latiendo con fuerza contra las costillas como un tambor de guerra. Un año de trabajos precarios y comidas saltadas le había pasado factura, y esa carrera repentina le había dejado sin las últimas gotas de energía que le quedaban.
Cuando por fin se detuvo, se encontró junto a una fuente circular en una esquina. Con el suave chapoteo del agua como telón de fondo, se dejó llevar por completo. Los sollozos brotaron como una presa que se rompe, ocultos tras el sonido de la fuente. Todo el dolor, toda la presión, todo el miedo que había reprimido durante el último año, lo vomitó como si fuera veneno.
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