Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 270
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Capítulo 270:
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Hailee se dio la vuelta, con incredulidad e indignación ardiendo en sus ojos. De todos los lugares, Boris se lo estaba pasando en grande en el Royal Club. Ella había pasado innumerables noches trabajando hasta la extenuación allí, sirviendo bebidas a hombres privilegiados y reuniendo cada dólar para las interminables «facturas del hospital» de Boris.«
En ese club nocturno, había soportado todo tipo de humillaciones. Su aspecto atraía miradas lascivas y manos indeseadas; noche tras noche, esquivaba a clientes borrachos y manoseadores, obligada a mantener la guardia alta solo para sobrevivir al turno. Durante todo ese tiempo, había ahogado su humillación en silencio, pensando que todo era por el bien de Boris. Pero ahora, la amarga verdad la golpeó: Boris estaba allí, bebiendo y divirtiéndose.
Ese club era un brillante patio de recreo para los ricos y los mimados. Ella nunca había pertenecido a ese mundo, ni siquiera lo había deseado. Pero por Boris, había tragado su orgullo y se había metido directamente en la boca del lobo. Todos sus sacrificios, todas las noches degradantes en ese lugar… ¿habían sido en vano, una broma cruel y elaborada?
Hailee apretó los ojos con fuerza, el dolor tallando profundas arrugas en su rostro.
Las lágrimas trazaban silenciosos surcos por sus mejillas, negándose a detenerse.
La voz de Elliana era suave pero firme. —Déjame llevarte con él.
Hailee solo pudo negar con la cabeza con amargura. —No. Si esto no es más que un juego retorcido para él, entonces se acaba ahora mismo. No quiero volver a verlo nunca más.
Elliana observó a Hailee durante un largo momento, con expresión indescifrable. —¿No quieres defenderte? ¿Ni siquiera un poco?
Un dolor vacío se apagó en el pecho de Hailee mientras negaba con la cabeza. —¿Para qué? No soy nadie. Él es intocable, el hijo de un hombre rico que tiene el mundo a sus pies. Podría lanzarme al fuego, pero no puedo arriesgarme a arrastrar a mi padre conmigo».
Boris había caído tan bajo que la había engañado y había tramado quitarle un riñón sin mostrar ni una pizca de remordimiento. Si alguna vez intentaba hacerle responsable, no se sabía qué haría él en represalia. Ella podía soportar cualquier cosa que Boris le hiciera, pero no podía arriesgarse a poner a su padre en peligro.
Su padre se había pasado toda la vida dirigiendo Loftus’s Comfort Eats, trabajando día y noche solo para poner comida en la mesa y enviarla a la universidad. Sin embargo, cada centavo que había ganado después de graduarse se había esfumado en la enfermiza y retorcida estafa de Boris. Ni una sola vez había ahorrado nada para su padre, ni regalos, ni muestras de agradecimiento. El peso de ese remordimiento la atormentaba ahora, agudo e ineludible.
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—Elliana, lo digo en serio: gracias por decirme la verdad. Si no fuera por ti, podría haber perdido más que mi dignidad. Estoy agotada.
Solo quiero irme a casa y estar con mi padre un tiempo. He terminado con todo esto». Hailee se dio la vuelta, con los hombros encogidos en señal de derrota, con el corazón roto en cada paso que daba mientras se alejaba. Elliana se quedó atrás, en silencio pero atenta, leyendo la tormenta de dolor que Hailee intentaba ocultar por el bien de su padre.
Sabía que Hailee solo se mantenía en pie por amor a Briggs, no porque estuviera dispuesta a perdonar u olvidar.
Elliana no podía quedarse de brazos cruzados y dejar que Hailee se tragara esa injusticia, no cuando las heridas eran tan profundas. Sin dudarlo, se acercó y agarró a Hailee por la muñeca. —¿Estás segura de que no quieres ver al verdadero Boris?
Hailee se detuvo en seco, con la pregunta flotando entre ellas. Había pasado mucho tiempo aferrándose a la imagen de Boris como un hombre gentil y desinteresado, un hombre frágil que siempre la ponía en primer lugar, incluso cuando sufría «dolor». Hasta ese momento, el verdadero yo de Boris había permanecido oculto para ella. Ahora estaba decidida a ver quién era sin ella presente. Necesitaba grabar a fuego en su mente la imagen de ese maldito cabrón para no volver a caer nunca más en una mentira como esa.
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