Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 267
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Capítulo 267:
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La voz de Hailee temblaba cuando dijo: «Elliana, tienes que estar equivocada. El Boris del que hablas… No puede ser la misma persona que yo conozco. No puede ser».
Hailee se aferró a ese hilo de esperanza, decidida a creer en el hombre que amaba en lugar de en el mundo despiadado que Elliana acababa de revelarle. Prefería ahogarse en facturas y dolor antes que aceptar que la habían tomado por tonta.
Pero la expresión de Elliana se volvió feroz, con los ojos brillantes por la urgencia. «Hailee, no puedes seguir mintiéndote a ti misma. Por mucho que duela, tengo que romper este engaño. Te mereces la verdad». Dicho esto, tocó otra cara en la pantalla y siguió indagando, con voz tranquila pero cortante. «¿Sabes quién es realmente este hombre?».
La persona a la que señalaba Elliana era la misma que había servido el champán a Boris y había empezado a coquetear con él.
Hailee bajó la mirada mientras estudiaba la foto. —Es Dunn. Creció con Boris en el orfanato. Apenas sobrevive, su sueldo apenas le alcanza para pagar el alquiler y la comida. Es imposible que pueda ayudar con los gastos del hospital de Boris.
Elliana soltó una risa aguda y sin humor mientras su mirada recorría el grupo de gentuza que se agolpaba alrededor de Boris en la pantalla, todos cómplices de la farsa.
«Hailee, se llama Dunn, sí, pero nunca ha pisado un orfanato y desde luego no está arruinado. ¿La verdad? Se pasa el día rodeado de opulencia.
Fiestas lujosas, champán sin límite, todo de diseño… Toda su vida es una juerga sin fin», afirmó Elliana con una franqueza nítida e inquebrantable.
Hailee se volvió hacia Elliana en un silencio atónito, incapaz de procesar lo que estaba oyendo. La revelación le parecía absurda, casi surrealista.
Elliana se encontró con la mirada de Hailee y habló lentamente, negándose a dejar que Hailee escapara de los hechos.
—Es Dunn Sampson, el hijo del presidente del Hospital Skyflower. —La mente de Hailee daba vueltas. ¿El Hospital Skyflower? Ese era precisamente el lugar donde Boris había pasado semanas como paciente. Si Boris era amigo de Dunn, el hijo del presidente, entonces siempre había tenido conexiones poderosas en ese hospital. Y, sin embargo, nunca había dicho una palabra.
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Todas aquellas noches desesperadas que pasó suplicando clemencia al personal, humillándose para que Boris pudiera quedarse un día más… Boris la había dejado hacerlo, todas y cada una de las veces, permaneciendo en silencio, observando cómo luchaba.
Una risa entrecortada escapó de los labios de Hailee, aguda y burlona, mientras estos se torcían en una sonrisa amarga.
Elliana siguió adelante, implacable, decidida a sacar a la luz toda la fea verdad. Empujó el teléfono para que Hailee pudiera ver a los demás en la foto. Uno por uno, nombró a cada persona, revelando metódicamente sus verdaderas identidades. Cada rostro pertenecía a alguien privilegiado, mimado por la riqueza, otro actor en esta elaborada farsa. Todos se habían reunido para divertirse, tratando a Hailee como poco más que un peón ingenuo.
La voz de Elliana se apagó, fría y precisa. —Hailee, desde el principio, nunca tuviste ninguna oportunidad. Cada momento con Boris, el supuesto rescate en el accidente de coche, su supuesta enfermedad cardíaca, todo fue un montaje. Todos los de su círculo, incluso el supuesto personal del hospital, participaron en esta cruel farsa.
Las piernas de Hailee se doblaron. Se derrumbó en el suelo, llevándose las manos a la cara para protegerse. No derramó ni una sola lágrima. Su angustia había ido más allá de las lágrimas: sentía el corazón vacío, como si el dolor la hubiera dejado seca y entumecida, apenas capaz de respirar.
Una sacudida repentina sacó a Hailee de su estupor: su teléfono se iluminó con un nombre familiar. Era Dunn. Cada vez que Boris tenía una emergencia médica o las facturas se acumulaban, era el nombre de Dunn el que aparecía. Sus llamadas nunca eran amables, siempre eran bruscas, exigentes, siempre le recordaban que «le debía» a Boris más de lo que jamás podría pagar.
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