Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 266
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Capítulo 266:
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Hailee intentó convencerse de que sus ojos le jugaban una mala pasada. Quizás era solo el cansancio. Quizás su cerebro había creado una cruel ilusión, algo nacido del estrés y de pensar demasiado. Nada de eso podía ser real. Aferrándose a esa ilusión, le devolvió el teléfono a Elliana sin mirarla y le dio la espalda. —Elliana, estoy muerta de cansancio. Necesito dormir. Hablaremos más tarde.
Sin decir una palabra, Elliana se limitó a observarla.
Cuando Hailee se dispuso a marcharse, Elliana la agarró de la muñeca. —Hailee, no huyas —le dijo en voz baja—. Fingir que no ha pasado nada no solucionará nada. Juraste que lo afrontarías, pasara lo que pasara.
Antes de ver esas imágenes, Hailee estaba agotada, pero aún sentía un fuego interior. Había apretado los dientes y seguido adelante, impulsada por el amor y una esperanza obstinada. Pero ahora, todo eso había desaparecido. Su rostro se había quedado sin color. Su postura se había encorvado. Algo dentro de ella se había silenciado.
—No voy a huir —susurró Hailee, apartando la mirada—. Solo… solo necesito tumbarme.
Dio otro paso hacia la puerta.
Pero Elliana la tiró hacia atrás, esta vez con más fuerza. Le clavó los dedos en la muñeca con intención. —¿Sientes eso? ¿Ese pinchazo?
Hailee se estremeció y su rostro se tensó mientras nuevas lágrimas brotaban de sus ojos, pero no tenían nada que ver con el dolor punzante de su muñeca. Era el dolor de un corazón roto, crudo y desgarrador, que le atravesaba el pecho y le dejaba sin aliento. Aun así, incluso en ese momento, la negación era su armadura. Se obligó a apartar la mirada, con una voz que apenas era un susurro. —Elliana, ¿qué es todo esto? ¿Por qué me enseñas estas tonterías? Tengo demasiadas cosas en la cabeza como para ver dramas contigo. Míralos tú sola. —
Con un suspiro silencioso, Elliana dejó a Hailee en el sofá con movimientos suaves, casi maternales—. Hailee, lo entiendo. Sé que estás sufriendo. Es más fácil no creerlo, pero tienes que ver la verdad por ti misma».
Elliana inclinó el teléfono para que Hailee no pudiera apartar la vista de la pantalla. Señalando la imagen de Boris, dijo: «¿Este cabrón que te engañó para que casi le dieras un riñón? Se llama Boris, efectivamente. Pero no es un huérfano lamentable, es el heredero de la familia Craig. Te ha estado mintiendo desde el principio».
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Hailee permaneció inmóvil, con todo el cuerpo rígido y la mirada vacía y desenfocada, mirando al frente.
Elliana la observó con atención y luego siguió adelante, con voz baja y cautelosa. «Has oído hablar de la familia Craig en Ublento, ¿verdad?».
Hailee negó con la cabeza lentamente, aturdida. El nombre «Craig» no le decía nada; no recordaba haber conocido a nadie con ese apellido.
Elliana respiró hondo para calmarse y dijo, con tono suave pero firme: —La familia Craig es una de las seis más poderosas de Ublento. Llevan años aliados con la familia Evans. Con la protección de los Evans, los negocios de los Craig se dispararon, y ahora son un imperio multimillonario. Boris no es cualquiera, Hailee. Es su primogénito. El heredero de la familia Craig».
Elliana pronunció cada palabra con cuidado, como si la verdad fuera una piedra que odiaba lanzar, pero se sentía obligada a revelarle a Hailee la verdadera identidad de Boris.
Los ojos de Hailee brillaban con lágrimas contenidas mientras miraba a Elliana, con la mirada aturdida y desenfocada. El Boris que describía Elliana le parecía increíblemente lejano, un extraño de un mundo que ella nunca había vislumbrado. Ella no era más que una mujer que luchaba por sobrevivir. Los círculos de poder de Ublento —las familias de élite, sus alianzas secretas— le parecían tan inalcanzables como la luna.
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