Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 265
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Capítulo 265:
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—Necesito que te prepares —dijo Elliana por fin, con voz baja y firme—. Lo que voy a contarte sobre Boris… No es fácil de escuchar. Pero tienes que prometerme que te mantendrás fuerte. No huyas, no te derrumbes. Solo míralo a los ojos y acéptalo.
El peso de las palabras de Elliana hizo que el pulso de Hailee se acelerara. Después de un año de agotamiento y nudos emocionales, cualquier cosa que tuviera que ver con Boris la provocaba como un cable trampa. Su miedo siempre había convivido con el amor, temiendo que cualquier día la salud de Boris se desplomara. Así que, en cuanto Elliana habló, sus pensamientos se dispararon. Su voz se quebró. —¿Han dicho algo los médicos? ¿Está empeorando? ¿Boris ya no tiene remedio?». Un suspiro silencioso se escapó de los labios de Elliana. Mientras Hailee se sentaba allí desentrañando el bienestar de Boris, él estaba planeando una fiesta de compromiso con otra mujer, festejando como un rey sin preocupaciones en el mundo. El contraste era asombroso. La devoción pura contra la traición desvergonzada.
—Hailee, antes de enseñarte nada, necesito que me prometas que te mantendrás fuerte, pase lo que pase —dijo Elliana con voz firme, pero no cruel. Necesitaba esa promesa.
Elliana quería que Hailee despertara por fin, que se liberara de las manipulaciones de Boris y empezara a vivir de nuevo por sí misma. Pero eso no significaba que quisiera verla derrumbarse bajo el peso de todo aquello. Hailee vaciló un segundo y se mordió el labio. —Te lo juro, Elliana. Sea lo que sea, lo afrontaré. No me derrumbaré.
—Es todo lo que necesitaba oír —respondió Elliana, relajando ligeramente los hombros mientras una pizca de alivio se dibujaba en sus labios. Sin decir nada más, le pasó el teléfono a Hailee—. Mira esto.
La pantalla se iluminó y apareció un vídeo en pausa, imágenes que Elliana había grabado en silencio durante su visita al hospital aquel fatídico día. Hailee miró a Elliana con desconcierto antes de pulsar el botón de reproducción.
El clip cobró vida. Boris estaba recostado en su cama de hospital, sonriendo como un playboy, rodeado de sus habituales amigos de mala muerte. Las risas llenaban la sala mientras las copas tintineaban, y toda la escena apestaba a celebración.
Todo dentro de Hailee pareció congelarse. Su cuerpo se paralizó, dejó de respirar y se quedó con los ojos clavados en la pantalla, como si no pudiera creer lo que estaba viendo.
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Hailee fijó la mirada en la pantalla, viendo a Boris levantar una copa de champán con una sonrisa burlona en el rostro. Cada una de sus palabras la atravesaba como una puñalada. «Ella es solo algo con lo que me entretengo cuando no tengo nada mejor que hacer. ¿Salvarla del coche que se abalanzaba sobre ella? Por favor. Eso fue solo una pequeña hazaña que hice por diversión».
Cuando el vídeo se detuvo de forma abrupta, Hailee sintió que el suelo se derrumbaba bajo sus pies. Hasta ese momento, su vida había sido sencilla, tranquila, ajena a ese nivel de crueldad. Nunca se había enfrentado a una malicia tan descarnada.
Ni siquiera las series más oscuras que había visto en maratón la habían preparado para algo tan cruel. Un heredero mimado y aburrido hasta la extenuación la había manipulado hasta casi hacerla renunciar a una parte de sí misma, una parte literal. Un riñón. Hailee no podía comprender tal depravación. Su mente lo rechazaba.
«Esto… Esto no puede estar pasando», murmuró, moviendo la cabeza de un lado a otro como si pudiera sacudir la verdad para que dejara de existir.
Todo en ella gritaba negación. No podía creer que una persona, cualquier persona, pudiera ser tan grotesca. Especialmente no podía conciliarlo con la imagen que se había formado de Boris. El hombre aparentemente enfermo al que había cuidado y por el que se había preocupado ahora estaba saltando con una copa de champán, bromeando como si el mundo fuera su escenario.
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