Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 246
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Capítulo 246:
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Cole mantuvo su compostura exterior, pero el traición se apoderó de sus oídos. Su expresión sugería volúmenes de poesía no expresada, pero todo lo que logró decir fue un «Está bien» entrecortado.
La risa de Elliana se derramó como campanas de viento, sus ojos iluminados con picardía y afecto. Con un último adiós presionado contra sus labios, salió de la habitación con una ligereza etérea.
Cole permaneció tumbado en el colchón, escuchando el repiqueteo de los pasos de Elliana al bajar las escaleras. Sus dedos se deslizaron hacia su boca, aún electrificados por el contacto con ella. Sus besos le habían transmitido la sutil esencia del caramelo de mango que ella había saboreado.
Se pasó la lengua por los labios, capturando ese dulzor persistente, un placer prohibido que despertaba sus sentidos.
Mientras se preparaba para levantarse y acercarse a la ventana para ver por última vez a Elliana, unos pasos atronadores subieron por las escaleras. En cuestión de segundos, Elliana irrumpió por la puerta, con el pánico reflejado en su postura. —¡Cariño, nos enfrentamos a una catástrofe!
Cole se levantó lentamente, recorriendo con la mirada el rostro sonrojado de Elliana, aún rojo por la carrera que había hecho para subir las escaleras. —¿Qué pasa? —preguntó.
—Ha llamado tu abuelo. Quiere que volvamos juntos a la finca familiar. Dice que es algo importante —respondió Elliana.
Desde que regresaron del yate, Elliana y Cole no habían pasado por la finca de los Evans. Solo habían hecho una llamada rápida para informar de que estaban bien. Rubén, que quería darles espacio a los recién casados para que se conocieran mejor, no les había presionado para que volvieran.
La expresión de Cole no cambió. —¿Ha dicho de qué se trata?
Elliana negó con la cabeza. —Ni una palabra. Pero por su tono, parece algo serio.
Cole asintió rápidamente. —De acuerdo, vamos.
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Con un alegre «Entendido», Elliana salió corriendo al baño para maquillarse.
Elliana había planeado encontrarse con Hailee sin el disfraz, pero volver a la finca de los Evans con Cole significaba volver a ponerse la máscara. Mientras Elliana se retocaba en el baño, Cole se vistió y se estiró en la cama, esperando pacientemente a que ella terminara.
Al poco rato, Elliana salió, luciendo con confianza la peluca desordenada y el maquillaje exagerado.
Cole la miró y soltó una carcajada. —¿Cuánto tiempo piensas seguir con este circo?
Elliana se encogió de hombros con indiferencia, como si no fuera gran cosa. —Iba a dejarlo cuando cumpliera veinte años. Pero entonces me enteré de que estábamos casados. Así que pensé que más valía seguir con ello. Ahora estoy disfrutando un poco del efecto.
A Cole le intrigaba algo de Elliana: siempre calculadora, siempre varios pasos por delante, como si estuviera jugando a un juego que solo ella entendía. Le resultaba extrañamente entretenido. No le importaba su extraño disfraz y no tenía ninguna prisa por quitárselo. En el fondo, Cole sabía la verdad: su esposa era despampanante y eso era todo lo que necesitaba. Podía pasearse en público con un aspecto caótico, pero en casa era pura belleza, reservada solo para él. Solo eso le hacía sentir el hombre más afortunado del mundo.
Una vez que todo estuvo listo, Cole y Elliana se subieron al coche y se dirigieron a la finca de la familia Evans.
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