Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 244
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Capítulo 244:
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Antes de que pudiera reaccionar, la habitación se inclinó y se encontró tumbada en la cama con él encima de ella.
Últimamente se había convertido en una rutina. Empezaban con una simple conversación y luego Cole se ponía frenético, cubriendo a Elliana de besos hasta dejarla sin aliento y agotada.
Nunca se contenía cuando llegaban momentos como ese. Ella estaba realmente abrumada por él.
Le siguió otro beso profundo y prolongado. Y si Elliana no hubiera dejado claro que quería ir más despacio, no había duda de que él habría ido aún más lejos.
Cole finalmente se apartó, pero siguió abrazando a Elliana. Con la cara apoyada en la curva de su cuello, le dijo en voz baja y ligeramente enfadada: «Sigue así y no podré controlarme».
Elliana se sonrojó. Cole le había dicho esa frase tantas veces últimamente, siempre refunfuñando sobre cómo ella lo dejaba colgado, atrapado en ese frustrante limbo. Ella le presionó suavemente el pecho con una mano. —¿Cariño?
—¡Quédate quieta! —espetó Cole, con voz tensa y ronca—. Si te mueves un poco más, no sé si podré contenerme.
Elliana se quedó inmóvil, con las manos pegadas a los costados, sin atreverse a respirar. Cuando por fin se sintió segura para hablar, lo intentó de nuevo, con voz cautelosa: —Tengo algo importante que contarte…
—¡No quiero oírlo! —murmuró Cole, con la voz cada vez más sombría.
Elliana miró resignada al techo, con la frustración marcándole arrugas en la frente. Desde que habían empezado a salir, mantener una simple conversación con Cole era como escalar una montaña traicionera.
Una charla de un minuto se desviaba del curso en el momento en que Cole decidía que sus labios exigían su atención inmediata. No importaba lo urgente que fuera el tema, este languidecía en espera mientras él satisfacía su ansia de conexión. Rara vez le permitía completar siquiera dos frases coherentes.
Incluso después de que Cole finalmente se apartara de un beso apasionado, ella no siempre podía retomar la conversación donde la habían dejado. Su estado de ánimo cambiaba inevitablemente, nublando el aire entre ellos con un silencio taciturno.
Como médica, Elliana reconocía las razones fisiológicas que se escondían tras la turbulencia emocional de Cole. Podía leer sus respuestas físicas como si fuera una historia clínica: la tensión que se acumulaba cuando el deseo quedaba insatisfecho.
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Su relación había desarrollado un ritmo peculiar, teñido de una entrañable absurdidad. Un pequeño problema surgido durante el café de la mañana podía quedar sin resolver hasta que las estrellas salían en el cielo, avanzando al ritmo deliberado de un perezoso que contempla la siguiente rama. Elliana se había rendido a este ritmo glacial de comunicación. Ahora, a mitad de una frase sobre Hailee, Cole ya se había inclinado para darle otro beso.
Tras una exploración exhaustiva de los labios del otro, las terminaciones nerviosas de Elliana zumbaban con electricidad, mientras Cole se retiraba a un silencio hosco, completamente desinteresado en las preocupaciones de los demás.
La paciencia era su único recurso. Esperaría hasta que Cole saliera de su caparazón emocional, listo para absorber sus preocupaciones por los demás. Yacían entrelazados en la cama, con los brazos de él creando una fortaleza alrededor de ella. Él inhalaba la delicada fragancia de su escote mientras ella se sincronizaba con la percusión constante de su respiración y los latidos de su corazón.
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