Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 211
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Capítulo 211:
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Atrayéndola hacia su abrazo, Cole cerró los ojos con satisfacción. «Ven a dormir conmigo. No te atrevas a marcharte hasta que me despierte».
Una sensación de alivio lo invadió. Por fin se había abierto a él y le había dado una oportunidad a su relación. El miedo a que ella lo echara de su cama había desaparecido.
Elliana, sin embargo, se retorció incómoda. —¿No deberías ponerte algo antes de dormir?
Su torso desnudo presionaba contra ella de forma tan íntima que la incomodidad floreció en su interior.
—No. Prefiero dormir desnudo —respondió Cole con lánguida indiferencia.
Los labios rosados de Elliana formaron un delicado puchero. —Eso roza la indecencia.
Los ojos de Cole brillaron con picardía. —Cariño, en nuestra noche de bodas, me desnudaste hasta la cintura y te aferraste a mí toda la noche. ¿Lo has olvidado? Esta no es nuestra primera noche íntima. ¿Por qué tanta recato ahora?
Elliana se quedó sin palabras. A pesar de su sonambulismo aquella fatídica noche, en la que actuó sin intención consciente, la verdad era innegable: ella lo había desnudado y abrazado durante toda la noche.
Sus argumentos se desvanecieron, pero el tono burlón de él avivó su rebeldía. Para vengarse, ella extendió sigilosamente los dedos y le dio un pellizco en la cintura.
«¡Ay!», gimió Cole, capturando rápidamente su mano traviesa. Las sensaciones contradictorias de incomodidad y cosquilleo lo dejaron a la vez divertido y exasperado.
Tras haber ejercido su pequeña venganza, Elliana se sintió satisfecha y su actitud se transformó en dulzura y sumisión. Si él deseaba abrazarla mientras dormía, así sería. Ella acurrucó su delicada mejilla contra su pecho.
Sumisa y dócil como un gatito, Elliana descansaba plácidamente, envuelta en calor. Mientras la respiración constante de Cole resonaba sobre ella, la tranquilidad la envolvió y se rindió al sueño.
Fuera del dormitorio, Myles y Aron propinaron una rápida patada a Hugh. ¡Ese impetuoso idiota! Siempre estaba provocando problemas y enredándolos en las consecuencias. La necesidad de darle una paliza les recorría el cuerpo.
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Hugh, muy consciente de su imprudencia, soportó el castigo en silencio. Se retiró dócilmente a un rincón para reflexionar.
Mientras tanto, Allan, Merlin y Manley se sentaron en el sofá más alejado de la entrada del dormitorio.
En cuanto se sentó, Allan sacó inmediatamente su teléfono y empezó a hojear las noticias para disimular la profunda incomodidad que lo invadía. Merlin, visiblemente enfadado, dio un puñetazo en la mesa, con el rostro frío y disgustado.
Manley, por el contrario, se retorcía de risa, jadeando entre respiraciones. «Caballeros, que esto nos sirva de lección. Cole siente una devoción genuina por Elliana. El peligro potencial que ella representa no le importa en absoluto. Debemos dejar de interferir».
Allan y Merlin estuvieron totalmente de acuerdo. Aunque Cole acabara sufriendo las consecuencias de su relación con Elliana, la decisión era solo suya. Su intromisión constituiría la verdadera transgresión.
Tras un momento de silencio, Manley escrutó el rostro tormentoso de Merlín. —Merlín, ¿qué te pasa? ¿Te encuentras mal?
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