Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 209
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Capítulo 209:
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Cole estaba eufórico. Sentía que el beso de hoy por fin contaba, esta vez, después de que Elliana hubiera aceptado darle una oportunidad a su relación. En el pasado, él la besaba a la fuerza o la pillaba desprevenida y le robaba un beso, y ella se limitaba a soportarlo pasivamente. Pero ahora había algo diferente. Ella por fin se había abierto a él.
Por eso Cole estaba en la gloria, besando a Elliana con entusiasmo desenfrenado.
Elliana soportaba sus besos apasionados, poniendo los ojos en blanco en su mente.
De repente, sintió un pinchazo en el labio inferior.
—¡Ay! —exclamó, y luego lo miró con un poco de resentimiento—. ¿Por qué me has mordido?
Cole entrecerró los ojos, claramente molesto. —¡Te has desconectado durante el beso!
Con un pequeño puchero, admitió para sí misma que, de hecho, había estado regañándolo en broma en su mente. Para compensarlo, se inclinó y le dio un suave beso en los labios. Su voz se volvió suave cuando dijo: «Perdóname, ¿vale? Solo estaba preocupada por tu salud. Necesitas descansar en lugar de esforzarte tanto».
Pero, en lugar de calmarlo, su beso encendió una chispa. Su preocupación no lo detuvo en absoluto, solo despertó algo más profundo en él, y la besó de nuevo, con más intensidad que antes.
De repente, se oyó un fuerte estruendo. La caja de medicamentos que estaba cerca de la cama había caído al suelo.
Elliana empezó a incorporarse para cogerla, pero Cole la empujó contra el colchón.
—Déjalo —dijo con voz baja y áspera.
Justo después de pronunciar esas palabras, la puerta se abrió de un golpe con una fuerte patada y una avalancha de pasos irrumpió en la habitación.
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Tanto Elliana como Cole se quedaron paralizados, completamente desprevenidos.
El instinto de Cole se activó rápidamente. Se giró hacia la puerta mientras tiraba de la manta para cubrir a Elliana, protegiéndola de quienquiera que hubiera irrumpido en la habitación.
Myles, Aron y Hugh fueron los primeros en entrar, seguidos de Allan, Merlín y Manley.
Tenían el rostro crispado por la preocupación, pero en cuanto vieron la escena que se presentaba ante ellos, se quedaron paralizados.
Desde fuera, habían estado vigilando de cerca, temerosos de que Elliana pudiera hacerle daño a Cole. Cuando el fuerte estruendo resonó en la habitación, Hugh no pudo quedarse quieto: abrió la puerta de una patada y entró corriendo. Los demás lo siguieron sin dudarlo. Pero ahora, allí de pie, ninguno sabía qué decir.
La manta cubría a Cole de cintura para abajo, mientras que su pecho desnudo quedaba completamente al descubierto. Tenía los labios en carne viva, como si los hubieran besado, y su mirada ardía con algo feroz. A su lado, envuelta en la manta, había una figura esbelta que se apretaba contra él.
Incluso alguien sin imaginación podía darse cuenta de lo que acababan de encontrar.
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