Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 202
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Capítulo 202:
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Al oír esto, Elliana levantó la mano y le dio un ligero puñetazo en el pecho. —Qué coqueto.
No pudo evitar recordar su primer encuentro. En aquel entonces, él se había mostrado tan sereno, tan distante, como si fuera una estatua de piedra. ¿Y ahora? Le costaba mucho conciliar esa versión de él con su yo actual.
Cole soltó una risita. —Cariño, deberías relajarte un poco y disfrutar de los pequeños trucos entre pareja.
Elliana apretó los labios, aunque una parte de ella tenía que estar de acuerdo. Si él podía mantenerse tranquilo y reservado delante de todos los demás, pero elegía actuar así solo con ella, entonces tal vez ella realmente significaba algo para él. Ese pensamiento le dibujó una cálida y brillante sonrisa en el rostro. Levantó la vista hacia él, pero una sombra de preocupación se dibujó en su rostro al darse cuenta de que estaba terriblemente pálido…
Cole le dedicó a Elliana una suave sonrisa, aunque su rostro estaba pálido y el cansancio en su frente era evidente. Sus ojos delataban el dolor que había estado soportando en silencio.
La bala que había recibido por ella seguía alojada en su brazo, sin tratar. No le había destrozado ningún hueso, pero había perdido una cantidad peligrosa de sangre. El dolor no había remitido en absoluto.
Verlo así hizo que a Elliana se le encogiera el pecho. —Déjame sacarte la bala —dijo en voz baja—. Si se queda ahí, podría perforar el músculo o infectarse.
Dentro del avión había un botiquín médico completamente equipado con antisépticos y coagulantes.
Milena, la discreta identidad de Elliana, era conocida en todo el mundo por su destreza en el quirófano. Extraer una bala era algo que podía hacer con los ojos cerrados. Muy pocos tenían el privilegio de ser tratados por ella personalmente. Cole estaba en mejores manos con ella que en cualquier hospital.
Cole levantó una ceja, claramente sorprendido por la oferta.
—¿Qué? ¿No confías en mí? —preguntó Elliana, captando la mirada que él le había dirigido.
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Cole la miró fijamente, con los ojos clavados en los de ella, con intensa tranquilidad. —Confío plenamente en ti. Eres mi esposa. Solo me sorprende que también sepas hacer cirugías. ¿Cuántas sorpresas más me ocultas?
En lugar de responder, Elliana se acercó y comenzó a desabrocharle la camisa.
—Cariño, ¿planeas tener sexo conmigo después de quitarme la camisa? —preguntó Cole, inclinándose con una sonrisa. Su voz era juguetona, llena de intención burlona.
Elliana le lanzó una mirada afilada, pero mantuvo las manos firmes sobre los botones. —No seas idiota.
Cole se rió entre dientes, pero no dijo nada, observando cómo Elliana desabrochaba cada botón hasta que le quitó la camisa.
Ese momento le trajo un recuerdo. Recordó su noche de bodas: cómo ella había entrado medio dormida, se había metido en la cama, lo había desnudado sin decir una palabra y se había acurrucado a su lado hasta el amanecer. Ese recuerdo le provocó un calor seco en la garganta que le dificultaba tragar. No pudo evitarlo. Giró la cabeza y le robó un rápido beso en la mejilla.
Elliana tiró la camisa manchada de sangre directamente a la basura y luego se dio la vuelta, lanzándole una mirada afilada. «Sigue coqueteando con tu médico y te juro que te arrepentirás cuando empiece a cortar».
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